jueves, 21 de julio de 2011

LAS GENERACIONES DE LOS NOVELISTAS COSTARRICENSES


Primera Parte

Nota 1: Se reproduce con permiso del autor.  No solemos asomarnos a los blogs nacionales, básicamente porque consideramos que no tienen nada nuevo que decir, ni pese a lo que dicen saben más que nosotros. Ann+e.  

Sin embargo, nuestros blogueros adolescentes, Ariel, Kat y Aaron, nos convencieron de echar una miradita a este blog; por tanto, a partir de ahora, de vez en cuando reproduciremos algunos textos que nos parecen buenos y casi e idénticos con la manera de pensar de La Coleccionista de Espejos. Graice Moya. (¡Ni sueñen; sigo en España, casi negra por este maldito calor!)     

    INTRODUCCIÓN

   Este trabajo pretende ser una obra de consulta sobre la novelística costarricense. Es de carácter didáctico y clasificatorio. Busca agrupar a los escritores por generaciones con el fin de sistematizar su estudio, sobre todo, el de sus novelas. Tiene la característica de ser inconcluso, pues siempre habrá autores con sus nuevas novelas.

Es una obra abierta, de índole motivadora y no cerrada, dogmática. Busca ubicar los escritores dentro de un sistema histórico llamado de generaciones pero no se cierra a las diferencias, las particularidades; más bien las resalta, las señala y les da espacio preponderante. A pesar de sistematizar a los escritores por su pertenencia, a una u otra generación, metodología que aceptamos y afirmamos como arbitraria y generalizadora, no estimulamos, de ninguna manera, la homogeneidad, a costa de la particularidad. De ninguna manera pretende suplir la lectura de las obras literarias, como suele suceder con los textos de lectura oficiales que impiden el pensar, discernir, criticar, obtener, contradecir, etc. Todo lo contrario, propiciamos la lectura crítica de ellas y damos algunos elementos metodológicos y críticos para obtener mayores beneficios de éstas.

Utilizamos el método histórico de las generaciones expuesto por Julián Marías (1914), filósofo español y discípulo de José Ortega y Gasset (1883-1955) que fuera quien teorizó dicho método, a partir del pensador inglés, Julius Peterson.

El lector encontrará una síntesis explicativa del método y una contextualización metodológica teórica de nuestra posición y aportes a la metodología que incorpora la movilidad histórica, los cambios y la interacción de los sujetos de la historia y sus acontecimientos. Esto quizás es la parte novedosa del método y creemos que se ajusta más a las exigencias de nuestros tiempos.

Partimos de la premisa real de que tanto los historiadores en general y los de literatura en particular, utilizan los términos, época, período y generación para ubicar y sistematizar, tanto a autores, como sus obras, dentro de lapsos importantes y arbitrarios de tiempo. Lo mejor que podríamos hacer era justificar y ordenar, así como conceptuar dicha práctica y así lo realizamos.

Partimos de  un estudio llevado a cabo por el chileno Cedomil Goic, titulado Historia de la novela Hispanoamericana, y publicado en 1972, que utiliza, para ubicar a los autores hispanoamericanos, el mismo método. Esto nos permitió, por una parte, insertar a los novelistas costarricenses dentro del marco general de los autores hispanoamericanos y utilizar los mismos parámetros ya establecidos por el autor chileno, así como manejar nuestras propias modificaciones.

La literatura hispanoamericana en general, y la costarricense en particular, como parte de ella, se dividió en dos épocas, la moderna y la contemporánea y cada una de éstas en tres períodos diferentes y estos en tres generaciones.

Para justificar nuestra investigación como necesaria, realizamos una apretada síntesis de las diferentes clasificaciones hechas en Costa Rica, tanto de los escritores como de sus obras. El fin fue encontrar las diferencias, arbitrariedades, contradicciones y absurdos en que caen los críticos a la hora de clasificar a los autores nacionales. Las dividimos en tres momentos históricos: antes de don Abelardo Bonilla Baldares, la de don Abelardo y después de él, hasta el presente.

Luego de ubicar a nuestros escritores por  épocas, períodos y generaciones, nos dimos a la tarea de seguir el siguiente orden para el estudio de ellos y sus obras. Primero se realizó una sistematización de la época, luego del período y por último de la generación. Se partió de lo general hasta llegar a lo particular. Esto nos permitió conocer los paradigmas literarios generales de la época, de los períodos  y de las generaciones en particular, así como las relaciones entre escritores de diferentes países y sus obras.

Por último realizamos una breve reseña biográfica de cada novelista costarricense perteneciente a la generación a que pertenece, con aquellos datos más sobresalientes que permitieran conocer algo de su quehacer literario, político y social. El fin fue dar a conocer el contexto biográfico en sus rasgos más sobresalientes. Después exponemos las obras escritas con sus respectivas fechas de publicación y reseñamos crítica y someramente cada una de sus novelas. Algunas por su naturaleza e importancia, recibieron mayor atención de nuestra parte, en cambio otras de menor importancia, referencias más sucintas. Obvio es resaltar que, de algunos escritores, sobre todo los nacidos antes de 1900, nos fue difícil encontrar, los según dos apellidos y la fecha de nacimiento o muerte, si es que había fallecido, así como las novelas para leerlas y estudiarlas. Algunas de ellas no se encontraron en ninguna biblioteca. De los autores nuevos, por diversas razones, nos fue difícil obtener también los segundos apellidos y por ello su fecha de nacimiento, que para nuestro estudio es fundamental. Esperamos que, con el transcurso del tiempo, esta limitación, se supere. Rabien fue difícil encontrar las biografías de muchos de ellos. 

No escapará a nuestro interés establecer, con la mayor precisión posible, si las obras son literarias o no, de acuerdo a las especificaciones hechas sobre la calidad literaria de las novelas y el uso del lenguaje literario. Esto no fue nada fácil. Otro aspecto que enfrentamos y no quisimos eludir fue, si la obra estudiaba pertenecía o no al género narrativo llamado novela. Aquí surgieron muchos problemas por largo tiempo disimulados o simplemente sin el interés de resolverlos. No se crea que fue fácil de precisar. Topamos con los más variados criterios de legos en la materia, que opinaron como autoridades y especialistas y que por diferentes razones prefirieron evadir los problemas de fondo. Así se plantean como novelas, crónicas, biografías, autobiografías, relatos, historias de las más variadas, evocaciones de la infancia, ensayos, artículos variados, investigaciones, descripciones de fiestas, anecdotarios, etc. Y en muchos casos afirman, los mismos autores, que lo escrito es una novela porque así lo  afirman ellos y como tal hay que aceptarlo.

Es nuestro interés continuar en el futuro, llenando vacíos de información, con la ayuda de los implicados en esta investigación y completando aquellos aspectos que fueron imposibles de obtener para esta primera publicación.

Al final, el lector encontrará algunos apéndices de autores, y obras, lo mismo que las conclusiones a que llegamos, así como una bibliografía incompleta pero necesaria, de índole general que le permitirá llenar los posibles vacíos que dejará, sin duda, esta investigación, que ya lleva más de veinte años.[1]

Las generaciones de los NOVELISTAS COSTARRICENSES

EL MÉTODO HISTÓRICO DE LAS GENERACIONES

"Como las hojas de los
árboles, nacen y mueren,
así pasan del hombre las
edades: que unas hojas
derriban por el suelo los
vientos del otoño y otras
cría la selva al florecer, y
ufanas crecen al aliento
vital de primavera; y las
generaciones de los hombres,
una nace, otra perece".1


Los críticos literarios, los historiadores, los  sociólogos y otros estudiosos tanto de la cultura como de las sociedades, se han interesado por sistematizar el producto creativo del hombre: Sus obras. Siempre fue preocupación  de ellos organizar inteligentemente, para  mejor explicar y comprender, los trabajos intelectuales de los humanos. Las  preguntas que exigieron y exigen hoy una respuesta convincente son: ¿Será posible clasificar las obras subjetivas, personales, de los hombres? ¿Podremos  agrupar, utilizando rasgos pertinentes, esenciales,  fácilmente reconocibles, obras de creación, tales como pinturas, esculturas, piezas musicales, novelas, poesías, dramas, etc.? La respuesta no es unánime, ni para el arte, ni para los productos culturales más corrientes de las sociedades y menos para  las ideologías, las religiones, los gustos, las modas, etc. Algunos contestan  que ello es imposible y  todo lo hecho en ese sentido carece de cientificidad. Es el gran reto  de las ciencias sociales. ¿Cómo crear  una ciencia de hechos  que son producto de  un sujeto que a la vez es objeto del mismo estudio? ¿Cómo evitar la subjetividad del científico a la hora de valorar los hechos humanos,  si él es parte de los mismos? ¿Cómo evitar los juicios de valor, arbitrarios, infundados, producto, no del examen riguroso del sujeto-objeto de investigación, sino  de su propia ideología, sus gustos, sus deformaciones ideológicas? Este problema, que no existe en las Ciencias Naturales, sigue siendo un enorme obstáculo, hasta hoy insuperable, para las ciencias sociales. No obstante, los estudiosos, no se han desanimado y continúan, día con día, realizando investigaciones tendientes  a superar, hasta  donde sea posible, esa barrera. Casi  siglo y medio de trabajo, ha producido  teorías, que si bien, no son completas y dejan dudas, lo cierto es que han permitido crear aproximaciones metodológicas  importantes para dilucidar, aclarar, explicar, sistematizar, interpretar y hasta valorar, los productos de la cultura. Uno de ellos  es el  estudio histórico de las generaciones. Es un método más2, que posee sus debilidades pero que, en nuestro criterio, permite esclarecer, delimitar, precisar, una serie de conceptos ambiguos, usados a través de los tiempos sin ninguna rigurosidad por casi todos los críticos, que de una u otra manera hacen referencia a él. Y, como lo veremos más adelante, gracias a este método, podremos entender, explicar, comprender y valorar algunos hechos culturales, en determinados momentos de la humanidad.

El Método Histórico de las Generaciones es arbitrario y se sustenta en postulados también arbitrarios, aunque justificables, dentro del  sistema. No es un invento de hoy, sino que data  de muchos años.

Las generaciones nacen, se forman, tienen vigencia y mueren. Son abstracciones que se fundamentan en la historia, aunque utilizan las edades de los hombres.

 "El sujeto de la Historia no soy yo, ningún hombre individual, ni se trata tampoco de un sujeto plural de muchos individuos como tales; El sujeto de la Historia es la sociedad, la cual es un sistema de usos".[1]

Y debe señalarse que muchos  han confundido las generaciones con las edades de los hombres, por el simple hecho de que se clasifican a partir de ellas. Esto no debe hacerse:

"Una cosa es el tiempo que pasa, y otra la edad que se tiene".[2]

 Porque:

"El tiempo de la vida no es pura cantidad, sino que está cualitativamente diferenciado; no es que dispongamos de tanto tiempo; es que ese quantum (cantidad) temporal es siempre un quale (cualidad); la estructura de las edades diversifica el  tiempo y hace que cada porción  de él no sea única en el sentido de irrecuperable, sino que no es intercambiable con ninguna otra".[3]

Lo  cierto es que las generaciones se pueden sistematizar y de ello partimos. Los estudiosos, aún aquellos que no creen en éstas, hablan de ellas. Las generaciones existen en virtud de la estructura general de la vida humana individual y de la sociedad o vida colectiva. La marcha efectiva de la historia procede, según esta teoría, por generaciones y esa distensión de varias generaciones entrelazándose unas con otras, coexistentes, constituyen la estructura misma de la sociedad, intrínsecamente histórica. Las generaciones coexisten en un mismo momento histórico; es decir,  las generaciones no se suceden   unas a otras linealmente, sino que se solapan, se mezclan, se empatan, se interrelacionan, inciden entre ellas y, a veces, se oponen. Una nace y se gesta, cuando la otra adolece, muere y desaparece. Una, lucha  por destronar  a la que tiene el poder, la vigente, la que predomina, mientras otra  se forma, aprende, estudia, se permeabiliza en los productos viejos y nuevos  de otras generaciones. La generación que tiene el poder, que es vigente, es producto de esa lucha con otras generaciones, no importa que recién aparezca en el marco de la historia. Debe tenerse en cuenta que  todas las generaciones  que se dan en un momento determinado de la historia son actuales, en el sentido de que existen, pero sólo  dos de ellas tienen actuación decisiva, importancia, determinación, son rigurosamente actuales. Las otras, o todavía  no lo son y como tales, apenas empiezan, no se han hecho, o han dejado de ser, nadie  cree en lo que hacen o no prestan atención a ello o lo que hacen no influye, no determina, no impresiona, no asombra. Éstas están en el ocaso, tienden a desaparecer, están muriendo como generación aunque duren como sujetos de la misma. La generación que está en el poder, la que determina, la que marca la pauta, la que predomina e influye es la que genera el cambio histórico.

Se podría afirmar que el hombre, en los primeros quince años es dependiente, no se vale por sí mismo, inicia  sus procesos biológicos y psíquicos más importantes para su futuro. Desde los quince años y hasta los treinta, comienza su preparación intelectual, se forma, empiezan sus anhelos y luchas, es la antítesis de su vida; de los treinta años y hasta los cuarenta y cinco, desarrolla su poder, su vigencia, su acción, es la tesis de su vida. De los cuarenta y cinco años y hasta los sesenta es cuando aparece la madurez,  su consolidación, su gran capacidad para gobernar, produce lo mejor de su obra, es síntesis. De los sesenta años en adelante comienza a declinar, es momento de niñez-vejez y empieza a ocupar las guarderías para ancianos. Es el ocaso, el fin. Así son las generaciones históricas: una nace, otra, se hace, es la antítesis que lucha por el poder, otra se afianza en la vigencia, es la tesis que ordena y manda, la otra se consolida, produce, conduce, da sabios consejos y la última desaparece o permanece en el olvido.

Las generaciones tienen un tiempo de duración, de vigencia, de gestación y de extinción. Esto también es arbitrario aunque reconocible en el paso del tiempo (cualidad). Por razones metodológicas se fija en quince años. Está basado  en las condiciones históricas de la duración de los hombres y  su misma naturaleza, así como las expectativas de vida. Se parte del hecho de que el movimiento de la historia es complejo  y no continuo, como la sucesión de los nacimientos, por ello las generaciones pertenecen a cierto tipo de  afinidades existentes  y a sus propias contradicciones entre los  grupos de individuos que pertenecen a ellas. En condiciones óptimas de vida, los períodos podrían ampliarse.

No escapan a las generaciones el tiempo y el espacio como es lógico. Son producto  de ellos mismos y no de una fecha de nacimiento sino de un lugar y un determinado tiempo contextuales. Por ello es importante fijar con claridad los contextos sociales de una generación. Los hechos históricos, sociales, culturales y biográficos son de enorme importancia para entender una generación. Un producto cultural de una generación  nunca será  igual  o similar a otro de una generación  de momentos históricos y contextos diferentes. Los contextos culturales, históricos, ideológicos, biográficos de las generaciones  y sus componentes  son de enorme importancia para comprender, explicar, dilucidar,  y valorar  sus productos culturales. Aunque estos son autónomos, únicos, capaces de significar por sí mismos, son indicios significativos por sí y en sí. No  significa nada  por otros factores. La importancia que poseen los contextos es que  ayudan a comprender, ubicar, justificar y explicar los orígenes de los productos culturales. Y esto para una historia de la literatura  es muy importante. No basta  examinar solamente  el objeto  sino comprenderlo  en toda su complejidad. Así como el químico no necesita examinar el oxígeno y el hidrógeno para estudiar el agua y sus características, pero lo hace, así también el origen de las generaciones, su materia prima será de gran importancia para el estudio de los productos culturales.

Otro aspecto  que debe tenerse en cuenta es que todas  las personas  de una generación, a pesar  de poseer  diferencias, sean estas  biológicas  como de sexo, raza  o ideológicas, no dejan de pertenecer a ella. Aún más,  sus mismas contradicciones políticas, ideológicas,  las definen. Por ello, tanto hombres como mujeres, blancos, amarillos y negros, que nacen  en los años  prefijados y bajo los mismos contextos o con  la formación de contextos diversos, pertenecen  a la misma generación. En Costa Rica existen dos novelistas con varias coincidencias. Se trata de dos mujeres, Luisa y Edelmira, ambas González. Nacieron el mismo año (1904), su profesión fue la misma, maestras, las dos escribieron novelas pero su ideología fue totalmente opuesta.

A pesar de fijarse, por razones metodológicas, la duración de vigencia de una generación, en quince años, esto no debe tomarse como algo inflexible. Es un tiempo  aproximado. Puede ser mayor o menor, lo importante es que debe ser muy próximo a esa  cantidad. A esa edad se sale de la niñez, en términos generales. No escapan  a estas arbitrariedades  los hechos históricos, productos de situaciones económicas, necesidades ideológicas, étnicas, religiosas, etc., procesos que  configuran  las causas complejas del comportamiento  ideológico de una generación  y las reacciones  de grupos o individuos de esa misma generación  contra la naturaleza de la tendencia general. Quizás los teóricos más destacados  de la cultura hablen de programaciones permanentes y periódicas, pasajeras, estructuras latentes, etc. pero lo importante de esta teoría de las generaciones es que contempla esa complejidad social, que implica todo producto cultural como lo es la literatura. El crítico debe tener en cuenta todos estos aspectos para lograr una explicación aceptable, racional, del arte.

Otro aspecto que abre muchas inquietudes y no pocas dudas es el lapso de tiempo llamado vigencia de una generación. Este se especifica con una duración de quince años que se cuentan a partir de la finalización del llamado tiempo de gestación. De esta manera el  lapso de tiempo vigente de la generación de 1942 se establecería así: 1949 es el año en que termina la gestación de esta generación, por lo tanto el tiempo de vigencia comienza en el año 1950 y se extiende hasta 1964. Durante ese tiempo se escriben las mejores obras de los novelistas, aunque no necesariamente se publiquen durante él. Esto no impide, de ninguna manera que novelas publicadas en años anteriores sean de gran relieve literario y de gran interés publicitario. Este detalle permite explicar las razones que asisten al método para no guiarse por la fecha de publicación de las obras a la hora de catalogar o clasificar los escritores en una determinada generación, sino la fecha de nacimiento.

En la generación que tomamos de ejemplo, la de 1942, por ser muy conocida en Costa Rica, los novelistas de ella, tales como Adolfo Herrera García (1914-1975), Carlos Luis Fallas Sibaja (1914-1966), Joaquín Gutiérrez Mangel (1918-2000), Yolanda Oreamuno Unger (1916-1956), entre otros, cobró vigencia en los años cincuentas y sesentas y en Fabián Dobles Rodríguez (1918-1997) y Joaquín Gutiérrez Mangel las mejores obras se publicaron en ese tiempo de vigencia, El sitio de las abras en 1950, Los leños vivientes: 1962,  Puerto Limón en 1950 y las otras giraron en años posteriores, más por problemas de publicación que por tiempo de escritura de las mismas. Y si tomamos escritores sobresalientes de Hispanoamérica, observamos que sus obras importantes, de esta misma generación, caen en los años señalados, Los Premios: 1960 yRayuela: 1963 de Julio Cortázar (1914-1984), La vida breve: 1950 de Juan Carlos Onetti (1909-1995), Eloy: 1959 de Carlos Droguett (1912-1966), Pedro Páramo: 1955 de Juan Rulfo (1918-1986), Los ríos profundos:1956 de José María Arguedas e Hijo de hombre: 1960 de Augusto Roa Bastos (1917). En todo caso las generaciones no deben ser camisas de fuerza para estrujar autores y obras de los escritores sino lugares donde ubicarlos con cierta aproximación para mejor comprenderlos a ellos y sus creaciones.

Hacia los  treinta años, se inicia la actuación histórica. Ésta dura unos treinta años. No tratemos de buscar ejemplos individuales que nieguen esta afirmación porque encontraremos muchos. La duración individual no cuenta, si no la generación donde los individuos pierden su carácter estrictamente independiente. Desde los sesenta años en adelante es muy sensible la disminución del número de supervivientes,  a pesar de los avances de la ciencia en las perspectivas de vida  y éstos inician su retirada o dejan de ser determinantes en la generación, a pesar de seguir activos en la creación y ofrecen en muchos casos obras muy significativas. No mueren biológicamente sino que pierden su vigencia determinante, se tornan incapaces de mover  a cambio, una programación  momentánea y menos una duradera. No debemos confundir  las programaciones permanentes como son las religiones, las lenguas, que se mantienen por  mucho tiempo sin  sufrir casi cambios, con  aquellas más superficiales que cambian  rápidamente.

 Por lo menos cinco generaciones coexisten:

1.   Los supervivientes de  la generación anterior, fuera de la plena acción histórica, que permanecen como testigos geológicos y señalan inequívocamente de donde proviene la situación de que se trata.

2.   Los que han dejado  la acción, la lucha y ofrecen madurez, conocimientos plenos, creación, virtud para el mando. (La síntesis)

3.   Los que están en el poder, aquellos cuya pretensión coincide en sus líneas generales  con el mundo vigente. (La tesis).

4.   La oposición, es la generación  con eficacia histórica plena, pero que no se ha impuesto  todavía, sino que lucha  contra la anterior  y trata de sustituirla  en el poder y realizar  las innovaciones a que se siente llamada y en las que cree (La antítesis)

 5.   Por último, la generación de la juventud que inicia  una nueva vocación  y anticipa la salida de la situación actual. Si los viejos son el final, los  muy jóvenes representan el inicio.

De esta manera, las generaciones, así entendidas, según esta teoría, determinan la articulación  del cambio  histórico y lo  que es más  importante, reconstruyen su estructura  y permite revisarla; por tanto, de  entenderla. Son el sujeto elemental del acontecer histórico  y por lo mismo cultural.

¿Cómo proceder para determinar las generaciones? El método es muy sencillo. Sólo es necesario aceptarlo, como se hace con un sistema formal codificado. Veámoslo.

1.   Se toma un ámbito histórico importante. En nuestro caso escogimos los últimos diez años finales del siglo diecinueve y los primeros veinte años  del siglo XX, que habían seleccionado casi todos los estudiosos de la literatura costarricense, para dividirla.



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