¿Es posible que esa mirada indefensa sea más fuerte que su palabra? Claro que sí. Mucho más...
Ella es Flannery O'Connor, una de las máximas exponentes del Dark Realism norteamericano, que a un modo muy particular nos ha influido, porque en literatura costarricense, a modo de calco, copy paste, esta moda de la estilista deprimente; esa noción a lo sucio, culto a la muerte, degradación social, y el mal gusto visceral de la autodestrucción que dicen aflora de los grandes maestros norteamericanos, no es un secreto entre quienes se dicen nuevos innovadores de la escritura costarricense, que ni siquiera tienen una idea de dónde vienen, pero que siempre tienen tiempo para criticar lo que el país les da. Ojo no estoy diciendo que lo nuestro sea el costumbrismo ni ese abarrotamiento de casitas campesinas, sino que estoy diciendo que nuestros paradigmas, hechos y modelos a seguir, al menos en creación literaria, están hechos a partir de visiones paralelas que muchas veces no identificamos pero que copiamos por influjo de “otros” estudiosos extranjeros (y nacionales) a quienes rendimos culto simplemente porque vienen de afuera...
He aquí una base, en mi mi manera de pensar, de por la que obras, como las de Tatiana Lobo, transcienden las fronteras, aunque en opinión de otros, la mía incluida, no sea exactamente un best-seller.
Flannery O'Connor, (25 de marzo, 1925–3 de agosto, 1964) casi no se conoce de este lado del valle porque su obra se estudia principalmente dentro de la literatura del Sur de Estados Unidos; es una de las mejores escritores estadounidenses del siglo XX, cuyos personajes SON PRODUCTO INCONDICIONAL DEL AMBIENTE, SENTIDO Y SOCIEDAD DEL SUR ESTADOUNIDENSE; por eso esperé a que mis chicas terminaran la traducción anterior: en mi opinión, el gran poder de este tipo de autores es el de la observación, y el efecto de saber imprimirlo en el texto es lo inmensamente maravilloso: siempre vigente, de hecho uno de los personajes de la serie Lost en el último capítulo de la 5º temporada, inicia el capitulo leyendo de "Everything that rises must converge", del mismo modo que en 1979, su novela Sangre sabia Wise Blood, escrita en 1952, fue adaptada al cine para la película del mismo título, dirigida por John Huston, y protagonizada por el actor Brad Dourif.
La única hija de Edward O'Connor (quien murió en 1941 de lupus, y este dato es significativo en su manera de escribir) y de Regina Cline O’Connor, estudió secundaria en Peabody High School, y cuando todavía Georgia State College for Women existía como tal, hizo sus estudios universitarios graduándose en Estudios Sociales. Es ahí cuando empezó a leer, pues hasta entonces no había oído hablar de Faulkner, Kafka o Joyce, y sin embargo son los grande pilares de su obra. Pasión que hace que en 1946, sea aceptada en el prestigioso Máster de Creación Literaria de la Universidad de Iowa, donde sus primeros cuentos son aceptados como tesis para optar por una maestría. Desde entonces, previo a recibir el Premio Rinehart., comenzaría su primera novela Wise Blood, por medio de la cual consigue una beca para trabajar en la elaboración final de esta novela en la colonia de escritores de Yaddo, donde conoció al poeta Robert Lowell (Más adelante haremos una referencia sobre él). Se trasladó luego a vivir a Nueva York; allí, en donde por azahares del destino conoce a Robert Fitzgerald, poeta celebre por sus traducciones de Edipo Rey, La Iliada, y La Odisea, entre otros. Ya para ese tiempo comenzaría a padecer, aunque le fue diagnosticada hasta 1951, de Lupus, proceso que la sume en el más profundo de los abismos literarios. Gracias a la amistad con Fitzgerald y con su esposa Sally, después de su muerte mucha de su obra veria la luz.
Cuando se agrava su enfermedad, regresa a Milledgeville, pero no a la casa paterna sino a Andalucía, una granja que su madre le ayudó a conseguir, donde a veces, en sus periodos cortos de recuperación, su pasión por el cuido de aves exóticas, especialmente pavos reales, pero también gansos, patos, le hacia tener instantes gozosos de escritura.
Aunque siempre fue una persona solitaria, quizá de ahí viene gran pare de su don de observación, recibía visitas cada vez más numerosas de amigos y admiradores, estableciendo incluso una relación epistolar con muchos de ellos, evento que le hizo ser prematura en las redes sociales, y que le permitieron viajes puntuales, sobre todo a Universidades, un viaje que hizo por Europa, pasando por Roma, Lourdes y Barcelona, y tuvo en cuenta la política internacional, muchas veces en relación con el catolicismo (así, le parecía éste poco lúcido en la España de posguerra), algunas compaginas en el libro El hábito de ser.
A veces estudiada dentro de la literatura sureña, se distingue sin embargo porque al igual que Walker Percy, tienen una perspectiva católica de fondo. En todo caso, O'Connor siempre consideró como modelos suyos, y esto, solo por el punto de vista y manejo de los temas a Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne. En lo técnico, esto es el uso de las metáforas de impacto y dialogos a Henry James, y Joseph Conrad, quien al parecer veneraba. Junto a William Faulkner, Katherine Anne (sin plus), y Eudora Welty, la crítica suele incluirla en el llamado Gótico Sureño. A todos ellos conoció y admiraba abiertamente, pero detestaba a Carson McCullers, precisamente porque era casi idéntico su morbidez creativa en los personajes, aunque la segunda, por los textos de análisis que nos facilitó Franklyn Perry, en inmensamente más fuerte en ese sentido; sobre todo porque ese mundo aunque le es fundamental, McCullers no se cierra en él. Entonces es lógico comprender que la problemática de fondo: la visión de mundo, relacionaba más a O'Connor con escritores católicos, ingleses como Evelyn Waugh o Graham Greene, sobre todo algunos franceses cuya influencia era notoria como lo eran Léon Bloy, François Mauriac, y Georges Bernanos, influía más en ella y la hacian ser un tanto beligerante con todo lo demás, y del mismo parecer que apreciaba a autores como Céline, Simone Weil, su gusto por los rusos, Dostoyevski y Gogol, Tolstoi definitivamente no, (basta ver sus comentarios al respecto), apreciaba mucho a Bernad Malamud, contemporáneo suyo sobre todo en la manera de pensar, odiaba a Mary McCarthy, y despreciaba a escritoras como Virginia Wolf, Djuna Barnes y Dorothy Richardson, y a André Gide, innombrable en su presencia; porque se alejaban y mucho de la educación religiosa recibida; por eso, aunque el ambiente y los personajes son del sur americano, O'Connor retrataba con agudeza el ambiente sureño que conoció y en especial sus personajes; son a veces, grotescos, pero desde un punto de vista externo, porque ella no los consideraba así en sentido estricto. Muy característico suyo es el hecho de que sus relatos terminaban con una inquietante, e irónica- conclusión.
Escribió dos novelas: Sangre sabia (Wise Blood, 1952) y Los profetas (The Violent Bear It Away, 1960), así como 31 relatos breves, recogidos en dos libros, titulados: Un hombre bueno no es fácil de encontrar (A Good Man Is Hard To Find, 1955) y Todo lo que asciende tiene que converger (Everything That Rises Must Converge, póstumo, 1965). Sus ensayos y conferencias publicados son de gran profundidad y agudeza. También dejó gran número de entrevistas y comentarios reveladores.
Bibliografía
Novelas
§ Wise Blood 1952 (Sangre sabia)
§ The Violent Bear It Away 1960 (Los profetas)
§ Why Do the Heathen Rage? (¿Por qué enfurece el cielo?, fragmentos de novela inacabada; está en Collected Works)
Libros de relatos
§ A Good Man Is Hard To Find 1955. (Un hombre bueno es difícil de encontrar. Lumen, Barcelona, 1973
§ Everything That Rises Must Converge 1965 (Las dulzuras del hogar, Lumen, Barcelona, 1986
Ensayos, cartas
§ Mystery and Manners: Occasional Prose, ed. por Sally & Robert Fitzgerald, 1969 (Misterio y maneras. Prosa ocasional, Encuentro, Madrid, 2007
§ The Habit of Being: Letters, ed. por Sally Fitzgerald, 1979 (El hábito de ser, Sígueme, Salamanca, 2003
§ The Presence of Grace and Other Book Reviews, ed por Carter W. Martin, University of Georgia Press, 1983.
Recopilaciones de su narrativa
§ Three by Flannery O'Connor (contiene Wise Blood, A Good Man Is Hard To Find y The Violent Bear It Away), 1964
§ Three by Flannery O'Connor (contiene Wise Blood, The Violent Bear It Away y Everything That Rises Must Converge), 1983
§ The Complete Short Stories 1971 (Cuentos completos, Lumen, 2005)
§ Un encuentro tardío con el enemigo, Encuentro, Madrid 2006
§ El negro artificial y otros escritos, Encuentro, Madrid, 2000
Resumen:
1. Tras regresar de servir en el ejercito Hazel Motes, se encuentra en un tren de regreso a la ciudad de Taulkinham, de donde es oriundo. No hay nadie esperando por él, como con los demás y cuando finalmente llega a su casa, la encuentra abandonada...
2. Todo lo que queda son los recuerdos y ese traje color azul brillante y sombrero negro que su abuelo, un predicador callejero usaba. Hazel mismo se siente irresistiblemente atraído a usar el traje. A menudo se le dice "pareces un predicador," y a pesar de que desprecia a los predicadores; decide hacerse usar el traje porque durante la guerra, probablemente la de Corea, llega a la conclusión de que la única manera de escapar del pecado es no tener alma...
3. Sin embargo, al ponerse el traje, lo primero que hace es ir a la casa de una prostituta ocasional, quien le dice: "Mamá no me importa si usted no es un predicador," y le proporciona sus servicios...
4. La noche siguiente, se encuentra con con un vendedor ambulante de peladoras de papa, llamado Enoch Emery, maniaco depresivo de 18 años que ha sido abandonado por el padre, por tanto obligado a vagar por la ciudad con su mercancía que por cierto nunca vende
5. La conversación con el vendedor es interrumpida por la presencia de un predicador ciego, Hawks Asa, y su joven hija, Lily Saturday Hawks; quien les dice que viene a salvar sus almas: se hacen sus devotos seguidores y anuncian su iglesia: "De la verdad, sin Cristo Crucificado", pero nadie parece escuchar...
La recomendación sobre la lectura de este libro es buena. No es una obra muy brillante, McCallers lo es más para mí, pero adelante con ella.
Para La Coleccionista de Espejos: Miguel Cabrera G., el no músico...
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