martes, 19 de abril de 2011

Un vistazo al genio (4)

Simmone de Beauvoir 1908 – 1986


La naturaleza del hombre es malvada.
Su bondad es cultura adquirida.
Simmone de Beauvoir

Cuando se piensa en mujeres que han alcanzado renombre artística, intelectual o política en el siglo XX inmediatamente acuden a nuestras mentes los nombres de Virginia Woolf, Simmone de Beauvoir, Sarah Bernhardt, Elaine Showalter, Frida Kahlo, Julia Kristeva, Angela Davis.
En esta ocasión nos corresponde urdir un poco en la vida de Simmone de Beauvoir. Mi primer encuentro con ella y sus ideas fue en un curso de literatura feminista con la Sister Dolores Brunner en la Escuela de Lenguas Modernas de la Universidad de Costa Rica.

Para entonces se acababa de dar la situación incomoda del Seminario de las Mujeres en México. La doctora Brunner nos acercó al pensamiento y a la impresionante expresión artística y a la posición política de algunas mujeres que terminaron por borrar toda la mala impresión que nos habían dejado los titulares de los periódicos y revistas de la época plasmaron en relación con el choque de ideas que se dio en dicha reunión… Una de ellas era Simmone de Beauvoir, quien nace en Paris en el mes de enero de 1908, hija del abogado George de Beauvoir y Françoise de Brasseur; quienes a su vez tienen otra hija llamada Heléne. Familia burguesa acomodada.

George empieza a tomar parte de negocios riesgosos que finalmente lo llevan a la ruina cuando sus hijas eran aun pequeñas. Este acontecimiento ocasiona cambios drásticos en sus vidas porque tuvieron que fijar su residencia en un piso modesto de la calle Rennes que ni siquiera agua tenía. Su padre entonces se emplea como vendedor de publicidad en un periódico. Su situación de penuria económica lo deprime y se torna alcohólico y mujeriego. La madre por su parte procura ser una esposa comprensiva pero son inevitables las discusiones con su esposo por la situación reinante. No obstante Heléne y Simmone reciben una buena educación burguesa con valores católicos.

Simmone se rebela e ingresa a La Sorbona, a estudiar filosofía. Allí conoce a Jean Paul Sartre e inician una relación sentimental (tipo swinger) que duraría todo el resto de sus vidas. Según el concepto de algunos observadores esta relación fue libre, abierta, moderna a veces francamente escandalosa.

Una vez graduada se une a un grupo de pedagogos que imparten lecciones en algunas ciudades de Francia. Cuando Hitler invade Francia y establece su famoso gobierno títere un grupo de patriotas crea la resistencia a la que Simmone se incorpora y empieza a escribir. En realidad la II Guerra Mundial va influir mucho en su vida y trae cambios en su visión de mundo. En 1943, publica su primera novela: La Invitada, permeada por los conceptos de libertad y la responsabilidad individual, luego seguirían La Sangre de los Otros, 1994, y Los Mandarines, 1954.

Al finalizar el conflicto, junto a Sartre y otros colaboradores funda la Revista Los Tiempos Modernos, cuyo editor-director, seria Sartre. En esa época visita casi todos los países de Europa, además de los Estados Unidos, China y Cuba y toda la producción literaria de esta época tiene base existencialista que es la afiliación filosófica de Sartre.

Con el transcurrir del tiempo abandona el existencialismo y da inicio al tema de la mujer. En 1949 ve luz publica El segundo Sexo. Allí nacería el ensayo feminista más importante del siglo XX. En El Segundo Sexo, se trata de analizar la condición de la mujer occidental desde un punto de vista histórico, filosófico y político. En solo siete días se venden 22.000 copias y la autora alcanza cierta notoriedad.

A la vez Simmone firma el Manifiesto de las 343, publicado en Le Monde en 1971, documento que también se conoció como el Manifiesto de las 343 Sinvergüenzas; todas ellas confesaron haber abortado en algún momento de sus vidas.

Simmone, dijo que con esa firma dio el primer paso en aceptar que era feminista, porque aun después de publicar El Segundo Sexo, afirmaba no ser feminista. Algunas dificultades afectivas con Sartre y otros le causan ansiedades y depresiones pero siempre se levantaba y seguía adelante. Tras la publicación de Los Mandarines, Francia la honra con uno de sus galardones más prestigiosos en literatura: El Premio Goncourt.

Reseña: El Segundo Sexo...

1.- INTRODUCCIÓN

1.1.- ¿Es lícito preguntarse qué es una mujer?

Para los que dicen que la feminidad está en peligro está claro que "todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer" (12[1]) sino que "necesita participar de esa realidad amenazada y misteriosa que es la feminidad" (12). Claro que, para definir feminidad, ya no podemos recurrir al esencialismo puesto que las ciencias biológicas y sociales no "creen ya en la existencia de entidades inmutables, fijas, que definirían, de una vez por todas, el carácter de la mujer" (12). Este hecho llevó a la filosofía ilustrada-moderna a afirmar que "la palabra mujer no tiene ningún contenido" (12) y que la mujer es, simplemente, un ser humano. De Beauvoir no niega este hecho pero insiste en que dicha afirmación es demasiado abstracta y que puede deberse a la mala fe puesto que "todo ser humano concreto está siempre y singularmente situado" (13) y no debemos olvidar que, aunque sea de manera provisional, la humanidad sigue dividiéndose en dos categorías (mujer/hombre) cuyos destinos son radicalmente diferentes. Es lícito, por lo tanto, preguntarse qué es una mujer.

1.2.- La mujer como Otro.

La alteridad es una categoría fundamental del pensamiento humano, ningún individuo o colectividad se define como Uno sin enfrentarse directamente a un Otro. Todo sujeto, sea individuo o comunidad, "pretende afirmarse como lo esencial constituyendo al otro en lo inesencial, en objeto" (17). Esto es lo que el hombre ha hecho con la mujer, el blanco con el negro y el nativo con el inmigrante. Hay, sin embargo una diferencia esencial: el negro y el inmigrante pueden afirmarse como sujetos al desear que el blanco o el nativo perezcan mientras que la mujer "no puede desear que el hombre desaparezca" (19). Resulta, pues, que la característica fundamental de la mujer es que cumple la función de "Otro en el seno de una totalidad cuyos términos son necesarios recíprocamente" (20) Claro que dicha reciprocidad no supone una liberación de la mujer. Recordemos, por ejemplo, que aunque "también el amo y el esclavo están unidos por una necesidad económica recíproca" (20) no por eso el esclavo es libre.

1.3.- La tentación de la inautenticidad.

La mujer puede intentar afirmarse como sujeto pero esto significaría "rechazar ser el Otro, rechazar la complicidad con el hombre" (21) lo que tendría como consecuencia "perder todas las ventajas que la alianza con la casta superior puede conferir" (21). Si esto lo hiciesen todas las mujeres a la vez tendríamos una revolución pero como sólo lo hacen unas pocas, estas pocas sufren algo que podríamos llamar "represalia social". ¿Por qué no lo hacen todas las mujeres si parece ser "pretensión —y pretensión ética— de todo individuo el afirmarse como sujeto" (21)? Porque junto a esta tendencia natural hallamos otra contraria cuyo núcleo es "la tentación de huir de su propia libertad constituyéndose de este modo en cosa. Esta vía —nefasta por pasiva y alienante—, es el camino fácil de quien evita la angustia y la tensión de llevar una existencia auténtica" (21).

1.4.- Adopción de una perspectiva moral existencialista.

Dicha moral consiste en afirmar que "todo individuo que desea justificar su existencia siente una constante necesidad de trascenderse" (31). Cada vez que dicha trascendencia se convierte en inmanencia se produce una degradación de la existencia en "en sí", de la libertad en facticidad; esta caída es una falta moral si es consentida por el sujeto si, por el contrario, le es infligida, toma la forma de una frustración y de una opresión. El problema es que la mujer —que por ser "ser humano" es también una libertad autónoma— "se halla y se escoge en un mundo en el que los hombres le imponen que se reduzca a ser el Otro" (31), es decir, que "se pretende fijarla en objeto reduciéndola, de este modo, a la inmanencia puesto que su trascendencia será perpetualmente trascendida por otra conciencia esencial y soberana" (31). La pregunta es, pues, "¿cómo puede realizarse un ser humano encerrado en la condición femenina?" (31) Sea cual sea el camino, la apuesta supone sacrificar la felicidad en aras de la libertad.

2.- DESTINO.

2.1.- Los datos de la biología.

La biología recoge datos que pueden ser objetivos en el caso de los animales pero nunca en el caso de la especie humana puesto que "mientras que los animales constituyen especies dadas de las cuales es posible brindar descripciones estáticas (...) la humanidad es un incesante devenir" (71). El hombre es un ser que no está dado, es un ser que es, que se hace. Lo que deberíamos estudiar es cuáles son los condicionamientos y las posibilidades de la mujer para, como diría Heidegger, "esbozar sus proyectos existenciales" (73). Del examen de dichos condicionamientos y posibilidades de Beauvoir concluye que la mujer es, "de todas las hembras mamíferos, la más profundamente alienada[2] aunque también la más violentamente rebelde a dicha alienación[3]" (71). Acepta que la mujer es más débil —física, social, incluso, vitalmente—, pero también dice que la ""debilidad" no se revela como tal más que a la luz de un determinado contexto económico y social" (75) y la mujer puede luchar para cambiar dicho contexto puesto que, como dice Merleau-Ponty, "el Hombre no es una especie natural sino una idea histórica" (73). Es por esta razón que de los meros datos de la biología no podemos extraer ningún tipo de conclusión sin recurrir a un "contexto ontológico, económico, social y psicológico" (77). Así, pues, debemos intentar averiguar cómo se ha ido resignificado la naturaleza a lo largo de la historia y "qué ha hecho la humanidad de la hembra humana" (77).

2.2.- El punto de vista del psicoanálisis.

El psicoanálisis ha supuesto un gran progreso sobre la psico-fisiología al afirmar que "no es el cuerpo-objeto descrito por los sabios lo que existe concretamente sino el cuerpo vivido por el sujeto" (78). Es decir, que "no es la naturaleza la que define a la mujer sino que es ella misma la que se define al hacer suya la naturaleza a través de su vida emotiva" (78). Sobre esta premisa se ha edificado todo un sistema que ha degenerado en escolástica. Simone de Beauvoir le hace dos reproches al psicoanálisis:

— detrás de todas las afirmaciones psicoanalíticas hay postulados metafísicos de modo que "utilizar su lenguaje es adoptar una filosofía" (79) en la que la definición de la mujer "ha sido elaborada a partir del modelo masculino" (82) ya que se la define como "hombre mutilado" (82).

— sin querer negar que la sexualidad "juega en la vida humana un papel considerable" (87) lo cierto es que ésta no es más que uno más de los aspectos de una ""búsqueda de ser" más original" (88) que incluye, a su vez, "el trabajo, la guerra, el juego, el arte, etc" (88). Si bien es cierto que muchas veces es a través de las experiencias eróticas que se escoge el individuo, "sólo un punto de vista ontológico permite conferirle unidad a dicha elección" (88).

Además, el psicoanálisis le da tanta importancia a la sexualidad y al "inconsciente colectivo" que llega a ser determinista: "dicen que tal transferencia, tal sublimación, no llegó a realizarse en tal persona; nunca suponen que quizás esa persona rechazó libremente dicha realización y que quizás tenía sus razones" (93).

La mujer es un ser que "se debate entre el rol de objeto (de Otro) que se le propone y la reivindicación de su libertad" (95). Para conocer "la situación total" (95) en la que la mujer se halla deberemos conocer también "la estructura económica y social del mundo en el que se encuentra". (95)

2.3.- El punto de vista del materialismo histórico.

Como decíamos, "la humanidad no es una especie animal sino una realidad histórica. La sociedad humana es una anti-physis que no se somete pasivamente a la presencia de la naturaleza sino que la transforma y la hace suya" (96). Del mismo modo, la conciencia que la mujer toma de sí misma no está definida solamente por su sexualidad (biológica o psicológica), sino que "refleja una situación que depende de la estructura de la sociedad, estructura que traduce el grado de la evolución técnica al que la humanidad se encuentra" (96).

En El origen de la familia Engels esboza una historia de la mujer; historia que depende esencialmente de la de los estadios evolutivos de la técnica. Uno de los hitos de dicha historia es la aparición de la agricultura y con ella el sedentarismo y la propiedad privada —"la gran derrota histórica del sexo femenino" (98)— ya que sólo entonces la mujer empieza a verse oprimida puesto que el trabajo realizado en casa no produce riqueza sino sólo mantenimiento. La mujer no podrá emanciparse de nuevo hasta el advenimiento de la gran industria moderna que no sólo admite a la mujer como fuerza de trabajo sino que la exige. "Así, pues, la suerte de la mujer está íntimamente ligada a la del socialismo" (99). [Hasta aquí las ideas de Engels]

Sin embargo, Simone de Beauvoir ve las teorías de Engels como insuficientes puesto que "es imposible deducir de la propiedad privada la opresión de la mujer" (101). Son muchas y no muy claras las concausas que han provocado dicha opresión de la mujer. De lo que sí podemos estar seguros es que al igual que "la inferioridad de la mujer no surge únicamente de la herramienta de bronce: tampoco la máquina bastará para acabar con ella" (105).

2.4.- Conclusión.

No sirve sólo reivindicar los derechos del ser humano en general, puesto que la mujer tiene una situación singular que debemos estudiar. Claro está que para conocer dicha situación debemos "desbordar el monismo sexual de Freud, el monismo económico de Engels" (105) y cualquier tipo de fórmula simplificadora que intente "encerrar una mujer concreta" (105). No rechazaremos las contribuciones de la biología, el psicoanálisis o el materialismo histórico pero tampoco olvidaremos que "el cuerpo, la vida sexual y las técnicas sólo existen concretamente para el Hombre en tanto en cuanto éste las incorpora en la perspectiva global de su existencia" (106).

3.- HISTORIA.

En este apartado Simone de Beauvoir estudia el proceso mediante el cual la "realidad femenina" se constituyó. Su conclusión es que, incluso hoy día, "la mujer necesitará de un esfuerzo moral mucho mayor que el del hombre para poder escoger el camino de la independencia" (233) no sólo económico-social sino también existencial, es decir, independencia como autonomía —vs. heteronomía— existencial. "El privilegio económico detentado por los hombres, su valor social, el prestigio del matrimonio, la utilidad de un apoyo masculino... todo compromete a la mujer a desear fervientemente gustarle a los hombres. La mujer todavía se halla en una situación de vasallaje. La mujer se conoce y se escoge no en tanto que existe para sí sino en la medida en que el hombre la define" (234). Es por esta razón que en el siguiente capítulo estudiará de qué manera "los hombres la sueñan, puesto que su ser-para-los-hombres es uno de los factores esenciales de su condición concreta" (234).

4.- MITOS.

4.1.- La mujer es a la vez el Otro como naturaleza y el Otro como igual.

Desde el momento en que el sujeto busca afirmarse, el Otro —que lo limita y lo niega— se convierte en una necesidad puesto que el sujeto sólo sólo se realiza a través de esa realidad que se le opone. Esta es la razón por la cual la vida del hombre nunca alcanza la plenitud ni el reposo sino que es movimiento, lucha, carencia. El hombre-macho se enfrenta a la naturaleza, la domina, se la apropia, pero ésta no puede colmarlo porque:

a.— o no se realiza más que como una oposición puramente abstracta (una piedra)

b.— o se somete pasivamente al deseo del hombre (una manzana)

"En ninguno de los dos casos hay presencia del otro, de modo que la naturaleza no puede ser una verdadera alteridad puesto que una verdadera alteridad es una conciencia separada de la mía e idéntica a ella. Vemos, pues, que es la existencia de otros hombres lo que arranca a cada hombre de su inmanencia permitiéndole así cumplir la verdad de su ser, cumplirse como trascendencia, como proyecto. Pero esta libertad extranjera que confirma mi libertad entra también en conflicto con ella: es la tragedia de la conciencia infeliz. Ya que cada conciencia pretende ser el único sujeto soberano, cada conciencia intenta realizarse reduciendo las otras conciencias a la esclavitud" (238).

Este drama puede ser superado gracias al libre reconocimiento del otro como objeto y como sujeto en un movimiento recíproco. Pero la amistad, la generosidad, que realizan concretamente este reconocimiento de las libertades no son virtudes fáciles sino que son, seguramente, los niveles más altos de humanidad a los que se puede llegar puesto que ahí es donde el hombre se halla en plena posesión de su verdad. Claro que dicha verdad es la de una lucha que no cesa y que le obliga al hombre a superarse constantemente.

La conclusión es que, "aunque incapaz de realizarse en soledad, el hombre se siente en peligro constante cuando se relaciona con sus iguales resultando su vida una empresa difícil e insegura" (239). Pero al hombre no le gustan las dificultades y tiene miedo del peligro de modo que "aspira contradictoriamente a la vida y al reposo, a la existencia y al ser (...) Este sueño encarnado es precisamente la mujer que resulta ser el intermediario deseado entre una naturaleza extranjera al hombre y un igual que le es demasiado idéntico" (239). El hombre busca en la mujer el Otro como naturaleza y como igual, es por eso que se la representa de manera totalmente ambivalente: como odio y amor, como bien y mal, como ángel y demonio, como madre naturaleza y como caos tenebroso.

4.2.- Estudio del punto 3 (cómo los hombres sueñan a la mujer) en 5 autores.

Montherlant, D. H. Lawrence, Claudel, Breton, Stendhal.

5.- EL MITO DE LA MUJER EN LA VIDA COTIDIANA.

No hay en el hombre un hiato entre la vida pública y la vida privada, cuanto más se afirma en la acción y el trabajo, más viril se le considera. En él los valores humanos y los vitales se confunden. Sin embargo, los éxitos autónomos de la mujer [ella sola como mujer, como profesional, como existente... y no como esposa, madre, como "ser"] se hallan en contradicción con su feminidad puesto que a la "verdadera mujer" se le pide hacerse objeto, conformarse con ser el Otro. Este hecho le hace muy difícil a la mujer el poder asumir a la vez su condición de individuo autónomo y su destino femenino. La mayoría de las mujeres aceptan el fácil camino del sometimiento: "es sin duda más confortable someterse ciegamente que esforzarse en realizarse: también los muertos están mejor adaptados a la tierra que los vivos" (408).

Biblioteca Parcial de sus libros

* Memorias de una joven formal (1958)

*La plenitud de la vida (1960)

* La fuerza de las cosas (1963)

*Una muerte muy dulce (1964)

* La vejez(1968)

*Final de cuentas (1972) y,

* La ceremonia del adiós (1981).

Para La Coleccionista de Espejos: Recopilación hecha por Franklyn Perry P

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