martes, 4 de enero de 2011

LEOPOLD SEDAR SENGHOR,


POETA Y APÓSTOL DE LA NEGRITUD

LEOPOLD SEDAR SENGHOR

Abstract

The objective of this essay is to highlight the political, cultural, and poetic influence of the Senegalese poet-president, Léopold Sédar Senghor, on the 100 year anniversary of his birth in 1906. Léopold Senghor’s contribution to the French-speaking culture and civilization is indisputable. Founder of the Negritude movement, his work, both his prose and poetry—his philosophical ideals and poetic practice—remain at the forefront of French-speaking thought and culture even today.
Key words: Senghor, Negritude, French-speaking culture, poet, president.


Resumen:

El objetivo de este artículo es el de hacer resaltar la herencia política, y especialmente la herencia cultural y poética del poeta/presidente senegalés y fundador de la Negritud, Léopold Sédar Senghor, en el centenario de su nacimiento (octubre de 1906). Su contribución a la cultura francófona y a la civilización universal es innegable. Debido a este hecho, sus ideas filosóficas así como su palabra lírica continúan teniendo vigencia.
Palabras claves: Senghor, Negritud, Francofonía, poeta, presidente.


INTRODUCCIÓN:

Léopold Sedar Senghor quien falleció el 20 de diciembre del 2001, en Verson, Francia, fue grande entre los grandes hombres del siglo XX. Lo atestiguan así su brillante carrera política, sus ideas que contribuyeron a construir la Negritud y en especial su amplia trayectoria como poeta que creía firmemente en el aporte de todas las culturas de la sociedad contemporánea, incluyendo a la cultura negra de origen africano. Este bardo del siglo XX cantó a la libertad y a la fidelidad a la vida.

Léopold Sédar Senghor vino al mundo como miembro de una familia numerosa de Senegal, el 9 de octubre de 1906. Su padre de religión católica era un próspero hombre de negocios cuyo rebaño era una señal de riqueza en la región Sérère de ese país africano. Los primeros años de la infancia de Léopold Senghor se desarrollaron en Joal, su ciudad natal, situada a 120 kilómetros al sur de Dakar (región del Sine, Senegal) y en el pueblo de Dyilôr que se constituyó en la residencia habitual de la familia. Durante este período inicial de su infancia, el joven Senghor entró en contacto con la exuberante naturaleza, bajo la guía de su tío Toko’Waly, agricultor y pastor, quien le inculca un especial amor por las bestias, las plantas, los genios del agua, del fuego y de la piedra (manifestaciones de las fuerzas invisibles que pululan en todos los lugares), los meteoros y las constelaciones. Este “Reino de la Infancia” será tratado con mucha nostalgia en la poesía de Senghor.

A los siete años, comenzó sus estudios en la misión católica de Joal. Luego pasó a estudiar en el internado de N’Gasobil, en donde aprendió el sentido de la disciplina interior. Gracias al programa de estudios de ese internado, tuvo una excelente formación en latín, matemáticas, gramática francesa y las ciencias naturales. Cuando frisaba los dieciséis años, luego de haber aprendido a expresarse en francesa y en wolof, abandonó este internado y dio el gran salto a Dakar, la capital de Senegal, con el fin de proseguir sus estudios de secundaria, primeramente en el Colegio Libermann, luego en el Liceo Van Vollenhoven.

Léopold Sédar Senghor obtuvo su bachillerato en 1928 y es entonces cuando recibe una media beca y abandona el continente africano por vez primera, desplazándose hacia Francia en donde proseguiría sus estudios. Los primeros años en la gran metrópoli fueron de desencanto: en París, se siente exilado de su familia y separado de sus Ancestros. En el Liceo Louis-le-Grand compartió las aulas con la futura elite política e intelectual de Francia, entre los cuales destacaba Georges Pompidou quien llegó a ser Presidente de la República Francesa. Luego de los primeros años de desconcierto, Senghor se impregna de los ideales que sus maestros le presentan: lo bello, la amistad, la justicia social, el humanismo. Frecuenta a sus compañeros de estudios, expatriados como él: antillanos, indochinos, africanos, tales como Birago Diop y Léon Damas y establece un vínculo especial y duradero con Aimé Césaire. Juntos fundarían, en 1929, la revista El Estudiante negro.

Al inicio de la década de los 30, Senghor preparaba en la Sorbona su Licenciatura en Letras. En esa misma época, el “arte negro” y el surrealismo saboreaban las mieles del triunfo. Apollinaire había iniciado la corriente de la nueva estética que incluía a las máscaras negras y fue rápidamente secundado por André Breton, Blaise Cendrars y Pablo Picasso entre otros. El jazz tuvo también una aparición impactante, con el aporte de los artistas negros provenientes de los Estados Unidos. Todo este aporte marcó el inicio de la corriente de la Negritud.

En 1933, Senghor tuvo que nacionalizarse francés con el fin de presentarse al concurso y lograr ser el primer africano en obtener el título de Agregado en Gramática. Luego de una corta estadía en su país natal, regresa a Francia y fue nombrado Profesor en el Liceo Descartes de Tours. Se destacó como un excelente profesor. En 1938 pasó a ser profesor del Liceo Marcelin Berthelot, en Saint-Maur des Fossés. No obstante, su labor de pedagogo se vio interrumpida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Fue así como se incorporó al ejército francés. Fue hecho prisionero en 1940 por los nazis y liberado en 1942 debido a problemas de salud. Luego se incorporó a la cátedra de lingüística de la Escuela Nacional de Francia de ultra mar.

El final de la conflagración en 1945, llevó a cabo investigaciones etnolingüísticas en Senegal. Esta fecha marcó también el inicio de su brillante carrera política cuando Senghor fue electo diputado de la Asamblea Constituyente de Senegal. En 1946 se casó con Ginette Éboué, la hija del gobernador del Chad, con la cual procreó dos hijos. Fundó dos partidos políticos: el Bloque Democrático Senegalés en 1948 y posteriormente, la Unión Progresista Senegalesa. El joven parlamentario cumplió a cabalidad su misión y recorrió en misión algunas de las principales ciudades de Europa: Bruselas, Estrasburgo, Lisboa, Florencia. Entre 1955 y 1956 formó parte del gabinete de la IV República Francesa, en calidad de Secretario de Estado de la Presidencia del Consejo. En este mismo año de 1956, se celebró el Primer Congreso Mundial de Escritores y Artistas Negros en la Sorbona. Luego de su divorcio en 1955, Senghor se casó nuevamente con Colette Hubert, en 1957 y tuvieron un hijo. En 1958, participó en la redacción de la Constitución de la V República Francesa. En 1959, el Segundo Congreso Mundial de Escritores y Artistas Negros se llevó a cabo en Roma. Posteriormente, la prestigiosa universidad parisina, La Sorbona, le confiere el título de Doctor Honoris Causa a Léopold Sédar Senghor en el año de 1961.

Durante un corto período de unión de Senegal con Malí, Senghor ejerció el cargo de Presidente de la Asamblea Federal. Luego del fracaso y de la disolución de esta federación, Senghor fue electo por unanimidad, primer Presidente de la República de Senegal, cargo que ejerció durante 20 años, habiendo sido reelecto en cuatro ocasiones en forma consecutiva (1963, 1968, 1973 y 1978) hasta su dimisión, el 31 de diciembre de 1980. Sin embargo, paralelamente a sus funciones públicas, Senghor continuó acrecentando su producción de textos políticos y literarios. El 7 de junio de 1981, la tragedia enlutó a la familia Senghor: su hijo menor muere en un accidente. En 1984, fue electo como miembro de la Academia Francesa. En el año de 1990, Senghor inauguró la Universidad de la Francofonía, la cual lleva su nombre. En 1996, el poeta Senghor festejó su nonagésimo cumpleaños y la UNESCO le rindió un sentido homenaje. Senghor falleció en el pueblo de Verson, región de Normandía, el 20 de diciembre del 2001, a la edad de noventa y cinco años.


SENGHOR Y LA NEGRITUD

Con el fin de comprender lo que representa la corriente de la Negritud, se hace necesario volver al pasado aunque sea someramente. El primer antecedente de la presencia del negro en la literatura francófona se originó a finales de la Edad Media. En esa época, los intelectuales franceses creían que el continente africano siempre aportaba algo nuevo.

En el siglo XVI, durante el período del Renacimiento en Francia, hubo un gran interés por la ruta del oro y de las especies al sur del Sahara, no así por la cultura africana.

Durante el siglo XVII, reinó el Clasicismo en Francia. Durante este período se difundió la creencia de que los negros eran descendientes de Cam, uno de los hijos de Noé. Según la tradición bíblica, Noé maldijo a su hijo Cam por haber osado mirar la desnudez de su padre quien se había embriagado. Al afirmar que los negros provenían de Cam, nada más natural que el hecho de que la maldición les hubiera afectado y merecían, por lo tanto, sufrir la esclavitud debido a la horrenda falta cometida por su ancestro.

La Francia del Siglo de los Ilustrados y de la primera Revolución fue más benévola con los individuos de origen africano: se les consideraba inferiores debido a su ignorancia y primitivismo; sin embargo, al mismo tiempo se les dio el apelativo de “buenos salvajes”.

A inicios del siglo XX, Europa, y en especial Francia y España, descubrieron el arte negro. El cubismo de Picasso tuvo una fuerte influencia africana. En literatura, África era tema interesante por su exotismo, mientras que la música proveniente de los negros americanos, particularmente el jazz, tuvo una gran acogida.

No obstante, a partir de 1910, hubo un cambio de escenario cuando el arte negro tuvo un gran auge en el continente americano, específicamente en los Estados Unidos, ya que entre 1910 y 1920, se desarrolló en un humilde barrio neoyorquino lo que se conoce como el “Renacimiento de Harlem”. Su principal gestor y teórico fue el Dr. Du Bois, norteamericano de origen haitiano, quien fundó la Asociación Nacional de la Gente de color y publicó su obra Almas negras. Este intelectual negro sentó así las bases de la Negritud y propició una toma de conciencia entre sus hermanos, lo cual redundó en un florecimiento del arte negro en todas sus manifestaciones: música, pintura, escultura, teatro, danza y, en especial la literatura.

Algunos de los poetas más renombrados fueron Langston Hughes, Claude Mac Kay, Jean Toomer, James Weldon Johnson, Stirling Brown y Frank Marshall Davis, quienes se encargaron de reconstruir y de dignificar mediante sus creaciones literarias, una identidad subvalorada por causa de la esclavitud que habían sufrido sus antepasados.

Este movimiento decayó paulatinamente luego de los años 20 y muchos de los intelectuales que ya no encontraron espacio para expresarse en suelo norteamericano, emigraron a Francia. Josefina Baker estuvo entre el grupo que recibió una acogida triunfal en territorio francés. Fue entonces a inicios de los años 30 que Léopold Senghor, Aimé Césaire y Léon Damas recibieron en París, la influencia venida de los Estados Unidos y redoblaron sus esfuerzos para lograr el reconocimiento y el respeto para la civilización negra africana. Participaron con sus escritos en varias revistas publicadas en París, entre las cuales destacaron: El Mundo Negro, La Legítima Defensa y El Estudiante Negro. Estas publicaciones les permitieron plasmar sus ideales referentes al movimiento de la Negritud: denuncia de la difícil situación que reinaba en esa época para los extranjeros que vivían en París y reivindicación de sus derechos. El resultado de todo esto fue una cierta uniformidad en cuanto a los temas desarrollados en sus escritos, entre los cuales destacan: el retorno a un pasado idílico, el culto de los Ancestros y la resistencia en contra de la situación actual del Negro.

Sin embargo, el tono de las publicaciones no fue uniforme: mientras que Césaire y Damas gustaban de emplear un vocabulario cargado de resentimiento, Senghor, denunciaba los mismos abusos, pero predicaba el entendimiento entre las diferentes razas humanas y naciones del planeta Tierra, preconizando un mestizaje cultural:

Je parle d’une parole poïétique, qui crée un nouvel ordre économique—il faut bien manger, bien sûr—parce qu’un nouvel ordre culturel mondial. Je parle d’une parole comme vision neuve de l’univers et création panhumaine en même temps : de la Parole féconde, une dernière fois, parce que fruit de civilisations différentes, créée par toutes les nations ensemble sur toute la surface de la planète Terre. (Œuvre poétique, 408).

Luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la cual interrumpió este proceso, Senghor retomó la batuta como líder indiscutible del movimiento de la Negritud, escribiendo libros y artículos, y defendiendo apasionadamente su posición al respecto en todos los foros.

Senghor consideraba que la Negritud es la manifestación de una manera de ser original que comprende el conjunto de los valores de la cultura de origen africana. Sin embargo, para Aimé Césaire este movimiento constituye la expresión de una raza oprimida. Y para la mayor parte de los occidentales, la Negritud es la expresión de la cultura negra ligada a la danza, a la música y al ritmo.

Los detractores de la Negritud han sido sobre todo los intelectuales negros anglófonos y entre ellos el premio Nóbel de literatura, el nigeriano Wole Soyinka, quien, con ocasión del Primer Congreso de Escritores Africanos, celebrado en 1964, criticó el movimiento de la Negritud afirmando que un tigre no proclama su “tigritud” sino que salta; Senghor, sin inmutarse, muy hábilmente le respondió que el tigre no puede proclamar su “tigritud” porque solo salta. Pero, el negro puede expresar su identidad por medio de las palabras (Liberté III, 280).

Esta diferencia de criterios en cuanto a la Negritud se explica por el hecho de que Inglaterra no impuso el mismo nivel de asimilación que Francia sobre sus colonizados, razón por la cual los anglófonos tienden a considerar todo el movimiento de la Negritud como un proceso demasiado abstracto.

No obstante, Senghor siempre consideró que la Negritud era una respuesta original del continente africano frente a los problemas específicos que siempre ha debido confrontar. Para él, esta respuesta también servía y todavía sirve para agrupar a los hermanos africanos alrededor de un programa cultural, político y económico que define la nueva personalidad africana y mantiene vivas las tradiciones restituyéndoles al mismo tiempo su dignidad.

LA OBRA DE SENGHOR: La producción de su ideología filosófica y literaria fue la siguiente: • Chants d’Ombre, 1945, • Hosties Noires, 1948, • Chants pour Naëtt, 1949, • Éthiopiques, 1956, • Nocturnes, 1961, • Pierre Teilhard de Chardin et la politique africaine, 1962, • Liberté 1: Négritude et Humanisme, 1964, • Anthologie de la Nouvelle Poésie nègre et malgache de langue française, 1969, • Élégie des Alizés, 1969, • Liberté II: Nation et voie africaine du socialisme, 1971, • La Parole chez Paul Claudel et les Négro- Africains, 1973, • Lettres d’Hivernage, 1973, • Poèmes, 1973, • Liberté III: Négritude et civilisation de l’ Universel, 1977, • Élégies majeures, 1979, • La Poésie de l’ action: Conversations avec Mohamed Aziza, 1980, • Liberté IV: Socialisme et planification, 1983, • Discours de remerciement et de réception à l’Académie française, 1984. • Ce que je crois: Négritude, Francité et Civilisation de l’Universel, 1988, • Œuvre poétique, 1990.


A continuación, analizaremos brevemente el contenido de su obra poética Poemas. Este libro está divido en cinco partes: Cantos de Sombra, Ostias negras, Etiópicas, Nocturnas y Cartas de Invernadero.

En la primera parte, llamada Cantos de sombra, se encuentran los poemas escritos durante los primeros años de la estadía de Senghor en Paris; por lo general reflejan una visión negativa de la cultura francesa que lo rodea. El frío del invierno parisino repercute igualmente en la actitud fría y sofisticada de los parisinos y hace que Senghor añore la calidez de su tierra africana.

Durante lo que él consideró como una época de exilio, el poeta idealizó los ríos, los campos, los amigos de su tierra y confiesa que llevó a cabo una búsqueda infructuosa de todos estos elementos por las calles de París. Los poemas transmiten este hastío, en el cual los días, los meses, y los años con sus diferentes estaciones se le hacen interminables. Recurre entonces a lo que el llama su Jardín de infancia, momentos de evasión que le permiten recordar y soñar con las manos balsámicas de la madre y con la voz de los Ancestros.

La segunda parte la llamó Ostias negras. Son poemas escritos durante la Segunda guerra mundial y por lo tanto hay un cambio en el estilo. Atrás quedaron las añoranzas de Cantos de sombra para dar paso a cantos de acción y lucha, de guerra y de paz, de sufrimiento y de esperanza. Senghor aprovechó para cantarle al batallón de soldados senegaleses que lucharon y dieron su vida por Francia a pesar de la discriminación que prevalecía en contra de ellos.

Por otra parte, glorificó a toda la raza negra en su largo poema “A la llamada de la raza de Saba” y sus palabras se vuelven más combativas. En él pide a sus compañeros blancos que reciban el saludo de aquellos camaradas negros pertenecientes al batallón senegalés y que murieron por la República francesa. Es por ello que el poeta eleva una plegaria a Dios todopoderoso, pidiéndole primeramente que perdone a Francia por la esclavitud y el colonialismo de que hizo victimas a los africanos, y luego, dejando a un lado sentimientos de revanchismo y de odio pide bendiciones para Francia por haberle otorgado su educación y su fe cristianas.

Finalmente, invoca la presencia divina para que pueda haber fraternidad, unión y paz con el fin de que todas las personas de diferentes colores e ideas puedan coexistir en armonía al igual que lo hacen los colores del arco iris.

En la tercera parte denominada Etiópicas, nuevamente el poeta recurre a imágenes de su tierra africana para nutrir su inspiración. Es así como el río Congo es comparado con una mujer como fuente de vida y como reina de un África indómita. La noche se torna en su confidente y aliada, permitiéndole evocar momentos de ensueño, de romance y las ceremonias de iniciación. Paradójicamente, la noche, tiempo de oscuridad, le ofrece la claridad al africano para que pueda así establecer una estrecha comunión con sus Ancestros, esos espíritus que están siempre presentes como una guía para el negro africano.

Por otra parte, la noche se constituye en un momento de silencio que permite escuchar la vida activa de todas las criaturas fabulosas que pululan por la selva africana. Éstas se manifiestan en su esplendor creando una alianza cómplice entre las bestias de la selva, los insectos, los seres humanos y la penumbra. Esta armonía, que se construye entre el hombre y la naturaleza, contrasta con la frialdad de la arquitectura de piedras y vidrios en Manhattan, Nueva Cork, lugar en donde la naturaleza en su esencia está totalmente ausente. Sin embargo, Senghor rescata Harlem por su población negra que está impregnada con el ritmo propio de los africanos.

En esta sección presenta también su poema épico “Chaka” y aprovecha para quebrar la imagen estereotipada de este caudillo zulú, al presentarlo no como el sanguinario guerrero, sino como el líder que lucha por mantener incólume la identidad africana frente a la invasión blanca.

En la cuarta sección llamada Nocturnos, Senghor insiste en la glorificación de la noche como el cuadro temporal por excelencia para el Africano. Aprovecha para reflexionar acerca de los tiempos pasados. Sin embargo, no siente nostalgia por el tiempo perdido, ya que los recuerdos del pasado le permiten mirar hacia el futuro con confianza. En la oscuridad de la noche, el poeta divisa la luz en el horizonte; esta luz le permite luchar en contra de la desesperanza del presente, la monotonía de lo cotidiano y al igual que el hijo pródigo, el regreso a sus raíces, a Joal la tierra natal, le hace evolucionar y retomar nuevos bríos par seguir adelante.

Finalmente, aparecen las Cartas de invernadero que constituye la quinta y última parte del libro Poemas. El nombre invernadero se explica por el hecho de que septiembre es la época para comenzar a invernar (en África se inicia la estación de las grandes lluvias acompañadas con tormentas). El diluvio transforma a veces los caminos en grandes torrentes y la crecida de los ríos arrasa todo a su paso llevándose las cabañas de los pastores así como las altas palmeras.

Este estado de cosas provoca una paralización completa de las actividades cotidianas y propicia una sensación de angustia. Entonces el poeta aprovecha para establecer un intercambio de correspondencia con la mujer amada (recibe diferentes nombres: Naëtt, Sopé, Princesa de Belborg, Princesa de Elissa) El poeta trata así de encontrar el consuelo y la paz de los que adolece durante esos largos días de invierno.

Además de la mujer amada, Senghor encuentra otras fuentes de evasión durante los períodos de letargo y, al igual que Baudelaire, se refugia en la fantasía de los sueños, en la invitación al viaje, y en especial, en su Reino de la Infancia, que es el retorno a los momentos mágicos vividos en suelo africano durante su niñez. Finalmente, es importante recalcar el hecho de que es la figura femenina la que rescata al poeta del abismo, lo inspira y lo ayuda a enfrentar los sufrimientos causados por un invierno que lo exila, lo aísla y lo angustia.


EL LIRISMO DE SENGHOR EN “FEMME NOIRE”

Sin duda alguna, “Mujer negra” se constituye en el poema más célebre de Senghor quien exalta la belleza de la mujer negra africana cuya descripción asemeja a una estatua griega o a la Venus de Milo. Escrito en 1936, este poema es verdaderamente revolucionario para su época por tratarse de la glorificación de la mujer negra.

FEMME NOIRE
Femme nue, femme noire
Vêtue de ta couleur qui est vie, de ta forme qui est beauté!
J’ai grandi à ton ombre; la douceur de tes mains bandait mes yeux.
Et voilà qu’au cœur de l’Été et de Midi, je te découvre Terre promise, du haut. d’un haut col calciné.
Et ta beauté me foudroie en plein cœur, comme l’éclair d’un aigle.

Femme nue, femme obscure
Fruit mûr à la chair ferme, sombres extases du vin noir, bouche qui fais lyrique ma bouche
Savane aux horizons purs, savane qui frémis aux caresses ferventes du Vent d’Est
Tam-tam sculpté, tam-tam tendu qui grondes sous les doigts du Vainqueur
Ta voix grave de contralto est le chant spirituel de l’Aimée. Femme nue, femme obscure Huile que ne ride nul souffle, Huile calme aux flancs de l’athlète, aux flancs des princes du Mali Gazelle aux attaches célestes, les perles sont étoiles sur la nuit de ta peau Délices des jeux de l’esprit, les reflets de l’or rouge sur ta peau qui se moire à l’ombre de ta chevelure, S’éclaire mon angoisse aux soleils prochains de tes yeux. Femme nue, femme noire Je chante ta beauté qui passe, forme que je fixe dans l’Éternel Avant que le Destin jaloux ne te réduise en cendres Pour nourrir les racines de la vie. MUJER NEGRA (traducción libre) Mujer desnuda, mujer negra Vestida de tu color que es vida, de tu forma que es belleza! He crecido a tu sombra; la dulzura de tus manos vendaba mis ojos. Y he aquí que en medio del Verano y de Mediodía te descubro Tierra prometida, en lo alto de un alto col calcinado Y tu belleza me fulmina en pleno corazón, como el rayo de un águila. Mujer desnuda, mujer oscura Fruto maduro de pulpa firme, sombríos éxtasis del vino negro, Boca que haces lírica mi boca Sabana de horizontes puros, sabana que te estremeces Ante las caricias fervientes del Viento del Este Tambor esculpido, tambor tenso que gimes bajo los dedos del Vencedor Tu voz grave de contralto es el canto espiritual de la Amada. Mujer desnuda, mujer oscura Aceite que no arruga ningún soplo, aceite calmo en los flancos Del atleta, en los flancos de los príncipes del Malí Gacela de atracciones celestiales, las perlas son estrellas sobre la noche de tu piel Delicias de los juegos del espíritu, los reflejos del oro rojo sobre tu piel tornasolada Bajo la sombra de tu cabellera, se esclarece mi angustia en los soles cercanos de tus ojos. Mujer desnuda, mujer negra Canto tu belleza que pasa, forma que fijo en lo Eterno, Antes de que el Destino celoso te reduzca en cenizas para nutrir las raíces de la vida.

Desde el título, el autor deja muy claro sus intenciones de establecer una relación entre el desnudo y el color negro. Esta asociación constituye un paradigma banal desde la óptica del blanco colonizador quien siempre al hablar o al describir todo lo que se refiere a África lo pinta como salvaje, y por lo tanto, nada más natural que presentar al negro conjuntamente con el desnudo como sinónimo de todo lo que es primitivo e incivilizado. Es por eso que en la mayoría de las imágenes que los medios de comunicación de Occidente difunden del continente africano, el desnudo es una constante, lo cual no sucede cuando se trata de presentar a las otras culturas de este planeta.

Sin embargo, Senghor fue muy audaz al invertir el mito o el estereotipo, de manera que lo negativo en la ideología blanca se transforme en algo positivo del imaginario africano. El desnudo negro ya no sería símbolo de barbarie ni de salvajismo sino de elegancia, de armonía y de belleza que no necesita cubrirse porque se viste de color y de forma que es vida. La primera estrofa representa a la mujer en su función de madre, la que, mediante una bella metáfora es comparada a la Tierra prometida. Es importante recalcar el hecho de que el matriarcado de la sociedad africana reposa sobre este pilar

La segunda estrofa nos presenta una mezcla de imágenes que no por ser bíblicas son menos sensuales:
• La forma de la mujer es sinónimo de belleza,
• Sus ojos son soles radiantes,
• Su boca es fuente de inspiración,
• Ella es un fruto maduro cuya pulpa es firme,
• Es vino, pero de color negro,
• Su belleza fulgurante refleja la fuerza de la rapidez relampagueante de un águila,
• Es la sabana que se estremece ante las caricias fervientes del Viento del Este,
• Y es el tambor que gime bajo los dedos del vencedor.

Todos los elementos de la naturaleza intervienen en la descripción de esta mujer. Las comparaciones de Senghor se nutren de ellos para tejer toda una serie de imágenes: de esta manera, esta mujer es alternativamente sabana, fruto maduro, tierra prometida, gacela, vino negro, aceite, tambor, sol. Es así como la flora y la fauna, junto con los objetos preciosos y el cosmos ven palidecer su esplendor ante la belleza espectacular de esta mujer.

La tercera estrofa resuena como un eco; se trata de un pasaje intertextual que hace referencia al Cantar de los Cantares de la Biblia (en el capítulo 1, versículo 5, la doncella le dice al rey Salomón: “soy negra pero bella”). Se presentan asimismo extraordinarias metáforas del amor en donde el aceite representa la dulzura y el apaciguamiento para el vencedor, el atleta, el príncipe. Las corrientes feministas han criticado estos versos, considerándolos machista, sin embargo en este contexto, estos apelativos tienen más un sentido cortesano y viril que machista.

En la última estrofa, tal como lo hiciera Ronsard en sus sonetos a Hélène, Senghor, canta a la belleza de la mujer negra para inmortalizarla antes de que caiga en el olvido. El desea fijar en el tiempo y en el espacio la belleza pasajera de esta diva negra, no tanto en su aspecto físico, sino con sus atributos espirituales para conservar la idea de la mujer negra en la mente de las generaciones futuras antes de que desaparezca en un mundo de mestizaje. Mediante esta glorificación, Senghor deseaba también contrarrestar la imagen estigmatizada de la mujer negra que Baudelaire había ofrecido al retratar a Jeanne Duval, una deslumbrante prostituta negra, como imagen de la tentación y del mal.

CONCLUSIÓN.

A pesar de haber disfrutado de la ciudadanía francesa, Senghor nunca se consideró a sí mismo francés ya que siempre reivindicó su carácter francófono, lo cual para él significaba hacer uso de esta lengua francesa como vehículo de comunicación, y el establecimiento de una especial relación entre las diferentes culturas de habla francesa. Se esforzó sobremanera en tratar de luchar en contra de la asimilación y a la vez, redescubrir su identidad africana.

Para lograr este compromiso, Senghor hizo gala de un gran dominio de la lengua francesa, de sus amplios conocimientos de literatura, de su amor por África, su tierra natal, así como de su extraordinario talento como poeta.

Senghor fue presidente de Senegal de 1960 a 1980 y diputado de la Asamblea Nacional francesa durante 35 años. Sin embargo, cuando fue recibido como miembro de la Academia Francesa en junio de 1983, declaró que la política debe estar al servicio de la cultura y no la cultura al servicio de la política. Además, en numerosas ocasiones también afirmó que si lo obligaran a escoger entre su triple vida de hombre político, de profesor y de poeta, lo esencial para él serían sus poemas.

Léopold Sédar Senghor merece sin duda el apelativo de “Apóstol de la Negritud” por su lucha tenaz y apasionada pero sin violencia para dar a conocer los valores de la civilización de origen africano. Su papel como defensor de la francofonía es también innegable. Senghor describió dicho movimiento de la siguiente manera:

La Francophonie, c’est l’Humanisme intégral, qui se tisse autour de la terre; cette symbiose des “énergies dormantes » de tous les continents, de toutes les races, qui se réveillent à leur chaleur complémentaire. (Liberté I, 363).

Senghor estaba convencido de la existencia de lazos indisolubles entre la Negritud y la Francofonía. Firme y decidido defensor de la lengua francesa y de la Francofonía, toda la obra filosófica, política, social y poética de Senghor atestigua de su maestría al lograr recrear diversas situaciones mediante el empleo de la magia de la lengua francesa. Es en este sentido que podemos afirmar sin temor a equivocarnos que este talentoso poeta no tuvo nada que envidiar a los más grandes de la literatura francófona contemporánea.


Bibliografía Brunel, Pierre et al. Léopold Sédar Senghor. Paris : ADPF, 2006. Guibert, Armand. Léopold Sédar Senghor. Paris : Présence africaine, 1962. Milcent, Ernest. Au Carrefour des options africaines : Le Sénégal. Paris : Éditions du Centurion, 1965. Mezu, Okechukwu. Léopold Sédar Senghor et la défense et illustration de la Civilisation noire. Paris : Librairie Marcel Didier, 1968. Nespoulos-Neuville, Josiane. Léopold Sédar Senghor, de la tradition à l’universalisme. Paris : Éditions du Seuil, 1988. Roche, Christian. Léopold Sédar Senghor. Le président humaniste. Paris : Éditions Privat, 2006. Senghor Sédar, Léopold. Anthologie de la nouvelle poésie nègre et malgache de langue française. Paris : PUF, 1969. -----. Liberté I : Négritude et Humanisme. Paris : Éditions du Seuil, 1964. -----. Liberté II : Nation et Voie africaine su socialisme. Paris : Éditions du Seuil, 1971. -----. Liberté III : Négritude et Civilisation de l’universel. Paris : Éditions du Seuil, 1977. -----. Œuvre poétique. Paris : Éditions du Seuil, 1990. -----. Poè

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Art and Work by: Alder Senior Grant


ORDEN DE LAS PALMAS ACADEMICAS en el año 2003
Profesor Catedrático de Universidad de Costa Rica, francés de la Escuela de Lenguas Modernas
Miembro del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía y Artes"
Coordinador del Programa de Francés a Distancia de la UCR
Director del Post-grado el literatura la Escuela de Lenguas Modernas (2001-2009)
Co-fundador de la "Carrera de Profesorado y Bachillerato en Francés a Distancia
Miembro del Jurado de los Premios Nacionales Aquileo J. Echeverría en el 2005
Co-fundador y miembro del Consejo Editorial de la Revista de Lenguas Modernas
Miembro de la Comisión de Régimen Académico en representación del área de Artes y Letras

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