jueves, 21 de enero de 2010

Historias de Nunca Acabar

(O lo que es lo mismo, como hacer un picadillo de ideas en seis sencillas lecciones.
Nota: son más cuentos por supuesto, pero no se necesita más para saber de que hablamos)
Juan Murillo y Guillermo Barquero
Compiladores
Paso 1:


Ahora que está de moda la autoayuda, (antes de seguir, he de definir que aquí, definitivamente, faltó gente. Eso sí, todos los que están son quienes están y los que no, también); con este libro se llega fácilmente a esa conclusión

Paso 2:

Ahora que está de moda la autoayuda, (antes de seguir, he de definir que aquí, definitivamente, falto gente. Eso sí, todos los que están son quienes están y los que no, también); con este libro se llega fácilmente a esa conclusión, sobre todo si pensamos en que la unidad temática es la selección de un grupo variopinta de escritores, cuyo enjambre de circunstancias y elucubraciones personales pasa por distintos filtros sociales


Paso 3.

Ahora que está de moda la autoayuda, (con este libro se llega fácilmente a la conclusión de aquí, definitivamente, falto gente. Eso si, todos los que están son quienes y los que no, también); selecciones a un grupo variopinta de personajes literarios, cuya unidad temática sea autores nacidos después de 1966, pensemos en un enjambre de circunstancias y elucubraciones personales que nos ayuden a ambientarnos sin la ayuda de filtros sociales. Pero no, es imposible separar un momento histórico de otro, e incluso es necesario decir que una etapa de otra.
Paso 4.

Ahora que está de moda la autoayuda, (antes de seguir, he de definir que aquí, definitivamente, falto gente. Eso sí, todos los que están son quienes están y los que no, también); con este libro se llega fácilmente a esa conclusión, sobre todo si pensamos en que la unidad temática es la selección de un grupo variopinta de escritores, cuyo enjambre de circunstancias y elucubraciones personales pasa por distintos filtros sociales, dónde es imposible, por más que se intente separar un momento cuentero de otro, e incluso es necesario decir que una etapa de otra; sobre todo si tomamos en cuenta que los autores nacidos entre el 65 y el 85, deberían ser, o son, particularmente distintos porque vivieron lo que llamo yo, la época entre líneas, de la literatura costarricense; es decir, entre las vacas sagradas y los pichones primerizos; pero aún así lograron abrir fronteras a nuevos puertos de conocimiento, eso sin deducir que actualmente los más viejos deberían ser considerados toretes de lidia y ya no pichones de escritor.
Paso 5.

Ahora que, blablablablablablabla, unos nueve o diez renglones más, Para no cansarlos con el cuento, la antología generacional de cuento realizada por Carlos Cortés, Rodrigo Soto y Vernor Muñoz, anterior a esta, (y que luego de mucho trabajo sigue siendo, por merito propio mejor que este aji con papas este) es precisamente el culpable de que Barquero y Murillo, siguiendo el orden alfabetico y cronológico correcto, continúen con la saga de “En busca de los tesoros de la nueva literatura costarricense”, recurso valedero (y no valeverguista) con respecto a una visión real del mundo, en sí emergente.

Paso 6.

Ahora que, bla, ya no me da la gana seguir con esto. Los discursos, más en épocas de contiendas electorales deben ser medidos, para que los discursantes tengan argumentos para su correcta retroalimentación de ideas. El caso es que para no cansarlos con el cuento, (el parafraseo es de moi), Historias de Nunca Acabar, es una antología de escritores que intenta cubrir, la obra escrita de dos generaciones costarricenses acuñadas dentro del milenio, más concretamente del 65 al 75, y desde el 75 al 85 según los mismos autores, que intenta rellenar el deslinde de la generación del desencanto creada dentro de las concepciones de Álvaro Quesada, cuya característica fue (sic…) la preocupación por la denuncia, la crítica social y las reivindicaciones de las minorías étnicas y sexuales, visible en obras que rondan el desencanto originado en el fracaso de los proyectos revolucionarios de los sesenta y setenta y el surgimiento del neoliberalismo y políticas afines, y cuyas publicaciones inician en los años ochenta y aun se encuentran en plena producción literaria…, entonces, ¿Por qué no hay un solo autor afro-costarricense, indígena y mejor aún porque tan pocas mujeres? ¿Por qué autores conocidos por su pluma poética, y no prosística se incluyeron dentro de la obra?, y ¿Por qué la periferia cercana del libro no subsana el hecho de que se incluyera pesos pesados de la literatura nacional, en lugar de loe emergentes desconocidos? ¿Fue solo por relleno?

Tal vez, se deba a la juventud de los antalogadores, (es muy propio de esas edades el creer que se sabe todo, y sin fundamentar bien los hechos lancen criterios de valor que solo el tiempo dirá si fueron o no, valederos).
De la obra de Guillermo Barquero conozco Corona de Espinas, y Diluvio universal, y ya habíamos notado, a) su verborreica prosa, b)un amplio dominio del idioma, y c)una obsesión casi convulsiva de no aterrizar en lo que quiere dar a entender y escribir, rasgos que él sabe que tiene, y lo consolidan como un escritor bueno, en lo formal, y con gran capacidad de evolución en lo profesional, que ha de aprender a bajar, aterrizar con mayor precaución.
De la obra de Juan Murillo, apenas conozco Algunos se hacían dioses, (curiosa similitud diosistica, por cierto)y dije apenas, porque entonces como ahora que lo volví a leer, no me causa ninguna sorpresa, es bastante plano, y mi resumen personal es que es uno más de los muchos autores que circulan por ahí no, esta pegado desde 1995, en la librería universitaria sin pena ni gloria, por lo tanto, en mi criterio personal totalmente in (transcendente e necesaria).
A esta altura sabrán que hablo primero de los autores porque para poder camchibear el libro como se merece, porque la de los autores originales de los textos, el libro habla por sí mismo. Escrito al mismo estilo de Las Mil y una Noches, que fue una recopilación hecha por Sherezada o, por un rey de Persia que se volvió loco, o era al revés?... No me acuerdo, lo que sí sé es que la estructura del libro sigue pie el viejo esquema de El Había una Vez, que para personas que dicen querer dar a conocer a las nuevas generaciones, sólo que puesta a como caiga sobre los hombros Laura Fuentes, Edilberto Rodriguez, Jessica Clark, a medias Rodrigo Soto y algún otro que se pierde en algún lugar de la mancha de ideas que estos autores auténticamente costarricenses, y que son los autores buenos, percuten otro tipico popurri de ideas difusas que muy al estilo de Philis y BobHead, haciendo una sambumbia de coladillas pigmentadas (confusas y omisas por cierto), establecen el eterno murmurar de un grupo muy mono de autores empunchados, que merecían más.
Una verdadera lástima que los encargados no la vieron pasar.
Cero espejos.
Este libro comparte estante con los autores sin nombre, porque entre tanto santo de almohada estoy sin cara, más bien sin boca con qué persignarme…
L.C.E

7 comentarios:

depeupleur dijo...

Doña Dlia McDonald, me sorprenden las preguntas que lanza en su comentario de nuestra antología puesto que estas están suficientemente contestadas con el prólogo que incluimos en ella, que supongo leyó. Están incluidos los autores que cumplían con los dos simples criterios de selección de la antología (tener una obra de narrativa y haber nacido después de 1965), los que no se pudieron incluir por diversos motivos, están mencionados en el prólogo y la bibliografía.

Además le confieso que de este comentario, como me pasa usualmente con sus otros ensayos sobre las obras publicadas el año pasado, no entiendo casi nada de lo que dice. Me parece que si va a tratar de hacer crítica literaria debería, por lo menos, buscar un poco de claridad de pensamiento y estilo, en vista de que esto fue precisamente lo que se le cobra tan caro del desacierto de declarar desiertas las dos categorias de narrativa de los premios nacionales del año pasado sin poder luego justificar por qué lo hizo.

Sospecho, sin embargo, que en vista de que escribe encubierta por un seudónimo, algo tiene que haber de payasada en todo esto, por lo que tal vez su estilo cantinflesco de "arroz con mango" se justifique después de todo.

J.P. Morales dijo...

De acuerdo con Juan, no se entiende nada aquí. La verdad el trabajo realizado por Murillo y Barquero me parece acertadísimo y de mucho valor histórico literario. Es el tipo de obra que todo estudioso de la literatura busca, precisamente por la inclusión (ya sea mediante la propia antología o, en su defecto, la mención en el prólogo o la blibliografía) de la mayoría de autores importantes de determinado período. Es una obra muy completa y rica, inmerecedora de una crítica como esta. Porque bueno... parece ser una crítica.

Alexánder Obando dijo...

"camchibear" = ¿cachimbear?

"Philis y BobHead" = ¿Beavis and Butthead?

En fin, nice try.

Gustavo Adolfo Chaves dijo...

Lo que dice de Guillermo Barquero ("una obsesión casi compulsiva de no aterrizar en lo que quiere dar a entender y escribir") cae como anillo al dedo para despachar esta reseña, que de por sí no reseña nada, porque repite y repite lo que cada reseñador de antologías ha dicho desde que el mundo es mundo (que falta gente) y no dice nada sustantivo de los cuentos que sí están. También Soto y Cortés eran jóvenes cuando publicaron su antología, pero esa juventud no es razón para descartar su trabajo. Tampoco lo es para despachar el de Juan y Guillermo, porque aquí de lo que se trata no es de quién dice las cosas sino de si las cosas que se dicen tienen algún valor.

¿Qué tiene que ver esa hablada sobre la "autoayuda" con este libro?

Como Álex, me quedé patinando con la referencia a "Philis y BobHead".

Gustavo Adolfo Chaves dijo...

Cité mal pero dije bien: dije "compulsiva" (como "irresistible"), que es lo correcto, en lugar de "convulsiva", que es lo que escribe la Coleccionista.

la coleccionista dijo...

1.- No soy quien dicen, y
2.- Hay muchos otros blogs done pueden obtener mejor disfrute de su tiempo
3.- Que tengan buen año.

L.C.E

la coleccionista dijo...

Ups, perdón! en el punto dos, lease correctamente, donde, aunque quizás fue un lapsus y en realidad quise decir donen.

L.C.E

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