Dora Maar...
Y porque no le gustaba su cara, y no sabía sonreír, Picasso hizo lo que quiso con ella... YKM
Nacida Henriette Theodora Markovitch, el 22 de noviembre en 1907, en Paris, Francia, mismo lugar de fachecimiento, el 16 de julio de 1997, fue una artista plástica, pintora, actriz, fotógrafa de alto nivel y reconocimiento, y escultora hasta que conoció a Picasso.
Hija única del arquitecto croata
Joseph Markovitch, y de Julie Voisin, originaria de Tours, Francia, que primero
se nacionalizó crota en Zagreb, casi al centro del país, para casarse con el
hombre que ella habia escogido como marido, y luego, del brazo lo llevó a Rijeka,
casi en la playa, probablemente porque ahí se conocieron, para volverse a casar
con él y retomar su ciudadanía francesa, lo que da idea de su carácter, y de quién
mandaba en esa familia en cuya casa se hablaba francés y español, porque por
decreto social, vivieron en Argentina desde los tres años de la niña sus 23, y fueron
tan cosmopolitas, así lo muestran las fotografías de su juventud, que retratan
a Dora en lugares que van desde paisajes de los Alpes hasta zonas tropicales, más recónditos, siempre con una cara de
aburrimiento que ni qué pues, ella era lo que podríamos llamar a un poquito rarita
porque no le gustaba sonreír, siempre triste, una persona callada, orgullosa, inteligente
y de una ironía fina que decía que no pertenecía a otro tiempo, por eso gustaba
disfrazarse con ropas de siglos anteriores, aspecto que aparece en muchos de
sus collages. Por la relación materna se emancipó joven, convirtiéndose
en símbolo de status cotilleo, para la alta sociedad parisina de entonces.
Bajo la resistencia materna,
de acuerdo y no, a que pintara -a ella no le gustaban las famélicas y horridas
pinturas que su hija hacia desde la niñez-, comenzó a hacer más visibles sus
obras. Estudió en la Academie Lothe donde conoció a
Henri Cartier-Bresson, cuando aún no se había convertido en uno de los mejores
fotógrafos del momento; quien era también admirador de sus pinturas la definió
como una fotógrafa notable; y recordemos que, en aquel entonces, la fotografía
no estaba tan bien considerada como ahora, pero muchos de sus participantes solían
ser también pintores porque además de que creía que la fotografía era un oficio
de solitarios, afirmación que podía aplicarse muy bien a Dora, estructuró que sus
obras poseían un halo misterioso y espantoso pues, Dora se sentía atraída por
la muerte y experimentaba con los objetos desproporcionados como un recurso que
desestabilizaba nuestra realidad. De la Academie Lothe, pasó a L’École
de Photographie de la Ville de Paris, pero como habia sido censurada económicamente
nuevamente por su madre, para poder revelar sus fotografías, daba clases a
Pierre Kéfer; a cambio él le dejaba usar su taller; razón por la que algunas de
sus fotografías llevan la marca Kéfer-Dora, a pesar de que las
últimas están hechas únicamente por ella.
A lo largo de su formación profesional conoció importantes desarrolladores y creadores como Man Ray, Emmanuel Radnitzky, de quien hablaremos en algún, más adelante, del que aprendió con notable asertividad el efecto desenfocado, que, junto con lo aprendido de su buen amigo, el fotógrafo húngaro conocido como Brassaï, conocido por sus innumerables y fantásticas fotos de Paris, con quien mantendría una larga amistad, y con quienes comenzó a trabajar un tiempo de exposición más largo para intensificar los negros, sumamente efectivo en Les années vous guettent, donde una telaraña cubre amenazadoramente el rostro de Nusch Éluard, esposa de su amigo personal Paul Éluard. También destaca su aprendizaje con Sougez, uno de los fotógrafos y críticos, más destacados de aquel entonces, quien le aconsejó tanto a nivel técnico como personal y con quien publicó varias obras conjuntas, ¿Cuál es la constante aquí? La edad, pues la fotografía de Maar estuvo bajo una nueva corriente artística que era más bien clásica, siguiendo el estilo refinado de Harry Ossip Meerson, de origen ruso, nacionalizado francés, especialista en fotografía de moda y publicitaria. Igual que todos los anteriores, hablaremos de ellos después.
Maar, podría decirse, fue siempre un poco desequilibrada, y la cercanía
con Picasso, a quien conoció en el mítico café Les Deux Magots,
en 1936, mientras ella practicaba un extravagante juego en el que a veces se
cortaba las manos, eso dijo él, en realidad, estaba pactada con él para hacer
un seguimiento cronológico fotográfico de la GARNICA. Son muchos los comentarios,
sobre todo por el trato que le daba que, iban desde tortura física y emocional,
hasta palizas que la dejaban inconsciente, que refieren que hizo ese acercamiento
con el fin de que no fuera molestado por los nazis, que asolaban Paris en ese momento.
A ninguno de sus amigos, empezando por Paul y Nush y Paul Éluard, Abdré ´Bretton, Jacqueline Lamba, y terminando por la madre que, como dato curioso, durante la ocupación nazi en Francia, de noche, con toque de queda, mantuvieron una discusión violenta sobre la relación con Picasso, cuando de repente guardó silencio: a la mañana siguiente, Dora la halló muerta con el teléfono en la mano, ¿Y qué hizo ella?, abandonar a George Hugnet, e irse inmediatamente a lo de Pablo quién hizo tirada, literal, por la ventana a la pareja de entonces: Olga Kocklova; les agradaba ese enano maldito ese con tipo de mimo y cabeza de roll-on barato, por el trato que le daba; burlarse de sus pinturas y fotografías, con aquella serie de retratos, actualmente muy cotizados, de su cara y arte completamente desfigurados, pues él rivalizaba en todo sentido y forma con ella, la minó a tal punto que respiraba solo si él lo ordenaba. Certeza más que confirmada, cuando en 1944, curiosamente terminada la ocupación nazi, apareció Françoise Gilot en la puerta y ella fue a dar al psiquiátrico, por loca y testadura, dijo el amado porque cuando se negó a abandonar la casa por su voluntad empezaron las señales de desequilibrio: no solo era que el carísimo perro que le regaló Picasso días antes, que pensó robado, apareciera andando por su cuenta por los muelles; bien lejos de su casa. En otra ocasión, le robaron la bicicleta, y más tarde la encontraron intacta en otro lugar; y finalmente, la encontraron desnuda en las escaleras de su casa para consternación de un séquito nupcial; invitados de última hora de PP; claro que nadie recordó que el baño de su habitación inexplicablemente tenía la puerta cerrada, y lo mismo pasaba con las demás, ni que las puertas de su habitación tampoco abrían. No dejemos de lado el asunto de las voces que la perseguían por todos, y que le provocaron una crisis monumental en el cine, a ella, amante del cine, tuviese una crisis de ansiedad porque la misma voz que le habia hablado antes de salir de casa estaba ahí hablando lo mismo de antes.
Fue psicoanalizada por Jacques
Lacan, conclusión; aquí pasa otra cosa, asi que le aplicaron electrochoques en
el hospital de Sainte-Anne, el mismo al que Bretton y ella trabajaban con los
dibujos de los enfermos. Estuvo algunas semanas, hasta que Paul Éluard, su
mejor amigo, volvió a la ciudad y se dio cuenta de su ausencia; investigando llegó
a Picasso; quien sin problemas le dijo, Esta encerrada por loca y
testadura…
De las palabras pasaron a las manos, y al no lograr que por las buenas a que la sacara de ahí, y los Éluard la sacaron, pero nunca volvería a ser la misma: vendió un de Picassos, con permiso de él claro, para comprar un apartamento, fiel reflejo de su compleja personalidad, para encerrarse en él hasta su muerte en 1997 y, en su testamento dejó todos sus bienes: 130 Picassos y la mayoría de sus fotografías, a su padre (fallecido en 1969), y a un monje un monje desconocido por lo que la obra quedó en resguardo de la fundación Picasso.