Si vas conmigo ya no me da miedo…
Cuentos didácticos de resiliencia
Mauricio
y Margot Arley Fonseca
Antes de empezar, hablemos de La Literatura afro y su pequeño
artilugio de escribir…
La escritura afro, es en sí, un pequeño
milagro y, es que más que ningún otro escritor, el afro es el demiurgo, más
bien actor de carácter que conoce el origen de su sed por escribir pues, como pues
como un rompecabezas al que le faltan partes, la literatura afro, LIAF, no es
solo cuestión de escribirla desde la mirada del outsider, sino que, como un
actor hay que tratar de entrar en escena para asumir el personaje, pues en todo
momento, es más personaje que obra, y muchas veces no depende de la ficción
sino de la vida vivirla para entenderla, y eso depende solo de la vivencia
personal.
Si vas
conmigo ya no me da miedo…
Sin duda, toda obra literaria se
crea desde un punto de vista. En este
caso, la obra literaria parte de una mirada específica, casi que diría que
consecuente con la experiencia del autor en relación con la naturaleza, la
sociedad y, el modo en que tales vivencias repercuten en su psique. En tal
sentido los autores retratan, retrospectivamente y en tiempo actual, su
percepción del paisaje; interpretan las relaciones sociales, los procesos
sociales históricos, la memoria ancestral, las tradiciones y también crean
realidades y mundos futuros, todo, desde una propuesta que se constituye tanto desde
la colectividad, como desde la creación literaria, ocupándose de suceder la
realidad imaginaria, una expresión artística que viene siendo en última
instancia, un discurso imaginativo aunque en este caso, al igual que los demás
mortales, los autores están inmersos en una sociedad. Inserción que implica ser
una parte que la producción literaria que no se escapa de la programación
social, en las que las dinámicas de clase social, nacionalidad, etnia, raza,
género, cultura, política, religión y filosofía, inevitablemente se proyectarán
en la obra literaria. Me gusta que los autores hayan reinventado la realidad de
manera imaginaria, en que se incluye además un mundo objetivo y subjetivo en un
plano de las ideas, que problematiza la realidad a partir de datos imaginarios,
aplicables por analogía, a la realidad real, y a partir de esfuerzos reflexivos
que llevan al escucha, espectador o lector a reconocerse, a encontrar
identidad, a elevar su nivel de conciencia.
La Literatura afro y su pequeño artilugio de escribir…
La literaria afro también es un arte
creativo que, por un lado, recrea discursos y situaciones que reconstruyen
hasta cierto punto elementos del discurso dominante, aunque el autor no se lo
haya propuesto y, por el otro, se enfrenta al hecho de que ninguna obra es mera
trascripción del discurso dominante, mediante una pluralidad de discursos que
afirman una doble consecuencia, una doble autonomía relativa: la del autor
frente a su entorno y la autonomía relativa del mecanismo de fabulación que es
una de las especializaciones de literatura afro: la ficción; cosa que siempre ha
sido negada por la población dominante, que al denominarnos afrodescendientes,
establece que, al menos en Centroamérica, y Costa Rica no es la excepción, la
literatura afro no existe, o surge del vacío, porque creen no tiene un contexto
histórico, por lo, en especial la literatura infantil, puede ser escrita por la
población dominante quién privilegia, hasta la llegada de Quince Duncan, el
relato oral por encima del escrito.
Es aquí donde Si vas conmigo ya no me da miedo, cobra relevancia e importancia, y denota porque para mí COCORI, no es tan nefasto como La Negra, y en especial, El martirio de una niña (blanca)de cinco años en Matina, de Manuel Argüello Mora, escritor, sobrino de Juan Mora, primer reconocimiento de literatura afro, cuyos personajes son tipificados como subhumanos de rasgos simiescos, gente de la selva, salvaje, hostigada por su propio hábitat, moralmente excluidos, supersticiosos, malos, corruptos, bestias primitivas, con danzas de la jungla, borrachos, ladrones, asesinos y violadores de mujeres blancas y adictos a la brujería. Personajes nigrofóbicos que, aunque por una parte suelen ser victimistas, propensas a la autoanulación, al autosacrificio por el bien del “blanco”, para quien sólo desean felicidad, también las hay que tienen hacia el blanco un gran odio, debido sobre todo a su incapacidad de ser en alguna forma empáticos o, considerados costarricenses, una de las razones prioritarias por las que YO nunca me reconoceré afro descendiente en mi propio país, ese término se queda para cuando exista un grupo de nosotros, de diferentes regiones del globo: existe un paso pequeño entre ser escritor y lector, y es el mismo que existe entre leer y entender, que aquí hay que no solo observar sino poner atención al primero de tres fenómenos que, hacen que esta literatura, pase casi inadvertida: 1. Se escribe sobre los AFRO DESCENDIENTES, cuando lo correcto, es decir, AFRO NATIVO, por ejemplo AFRO COSTARRICENSE, por personas como Arguello Mora, que lo asumen como una moda de desmitificación de valores raciales, es decir, imponiendo al grupo hegemónico sobre todos los demás. 2. ¿Tienen los afro descendientes su propia voz, y derecho a escribir por ellos mismos?, y 3. ¿Existe reconocimiento o, negación sobre el aporte, o integración a la sociedad de los autores afro descendientes?, detalles por los que la LIAF, es en su mayoría un mosaico polifónico que se extiende inadvertidamente, desde las esquinas de México, concretamente Veracruz, que inicia con Gonzalo Aguirre Beltrán, Tlacotalpan, Veracruz, 1908-Xalapa, Veracruz, 1996, médico y antropólogo mexicano autor de El Señorío de Cuautochco: Luchas Agrarias en México durante el Virreinato un estudio sobre la tierra, la dominación del indio, la resistencia, los cambios culturales, la organización sociopolítica local y las condiciones socioeconómicas de la salud en la región de Huatusco, 1940, continua con Dra. Judith Solís Téllez, ensayista, y autora de ARBOLARIO, libro de relatos, que viaja entre la frontera de la LIAF, y el imaginario popular de cultura afro, pero sin llegar necesariamente a reconocerse como parte de ella, y finalmente
Aleida Violeta Vázquez Cisneros, Cuajinicuilapa, es decir las costas,
poeta, y activista afromexicana, integrante de la Asociación civil Mano
Amiga de la Costa Chica, quién desde la poesía,
Me han dicho que
no soy negra
que pa’ eso me
falta color
como si mi sangre
fuera
cualquier cosa,
sin valor
Nací en
Cuajinicuilapa
pueblo costeño
del sur
de Guerrero,
tierra amada
donde abunda
negritud
Orgullosa estoy,
por tanto
de mi alma
cimarrona
del espíritu que
porto
y que nunca me
abandona.
(Que me falta
color, Aleida Violeta Vázquez Cisneros).
nos habla sobre la discriminación a la que se ha enfrentado la negritud,
que da pie al cambio en la narrativa de los pueblos afromexicanos, y con ello da
la visión de lo que viven otros países centroamericanos. Sin embargo, cada país tiene su forma de
Literatura Afro. Honduras, por ejemplo, es tal vez, uno de los pocos
países que no reconoce su negritud, y de ahí hemos de brincar a Honduras
británica, hoy llamada Belice, tiene sus propias representatividades a las que
nos referiremos después, al igual que Bluefields, Nicaragua, y nos detendremos
en Costa Rica, por ser la que, hasta ahora, he detectado, con mayor número de
escritores afro, y 2do, por ser el caso que nos ocupa. Además de Panamá y
Colombia, y del resto de los países del Sur tenemos muy pocas referencias.
Por tanto, podríamos decir que en
ambientes culturales y escolares la LIAF es de, además, de reciente llegada
profundamente desconocida pues, empieza a ser más conocida en tertulias
familiares que dieron origen a una primera recopilación hecha por el
departamento de Antropología del Ministerio de Cultura, 1985, denominado
CUENTOS TRADICIONALES AFROLIMONENSES, a los que después seguirían CUENTOS DE
ANANCY, Quince Duncan, ANANCY en LIMÓN, Joice Anglin Edwards, Tres Cuentos de
Dolores Joseph, de nuevo Duncan UN SEÑOR de CHOCOLATE, y más recientemente
Anancy y sus amigos, recopilación de Carol Britton González, y A who evá si a
black payaso, de mi autoría…
Felicitaciones a los creadores de
este didáctico conocimiento, por un nuevo re-descubrimiento
Para La Coleccionista de Espejos,
Dlia McDonald Woolery