En poemas como “Soy una
mujer negra”, la autora se auto-escribe, creando un espacio para sí dentro de
la esfera cultural,
VI
Soy una mujer negra
Tan fuerte
Como un cedro
Tan fuerte como el sol
Pero aún más,
Soy el mar
Y habré de escribir
Mi nombre
En las arenas
Interminables
Por siempre,
Siempre. (El séptimo círculo del obelisco10)
McDonald se apodera de ese espacio que le ha sido negado
no solamente a ella sino a los
pertenecientes a su etnia afroantillana quienes
residen en imaginarios revestidos del mestizaje e hispanidad blanca. Este poema es acto de rebeldía ante los que
han tratado de definirla y asimilarla al mito nacional. El yo poético dice “no”. Yo me defino a mí misma y así quedará escrito
“por siempre, siempre”. La repetición
del “siempre” implica énfasis y reafirma la determinación y fuerza que el poema
acarrea desde el primer verso.
13
Ante el tiempo
Mis antepasados muestran
lanzas,
Caras pintadas de tierra
Y olvido,
Puños de miseria…
Me miran
Y solo percibo
Que mi piel
No es la misma:
¡Yo soy América!
Y ellos ya no tienen
patria. (El séptimo círculo del obelisco17)
Aquí, sin embargo, surge otro aspecto, la memoria larga
que la conecta con lo ancestral africano.
McDonald se ve cara a cara con su antepasado, pero en ese encuentro
mítico resalta una separación que alude al carácter transculturado de su
generación. Por más que la voz poética
se esfuerce por aferrarse a esa memoria que la lleva a conectarse con lo
africano de origen, hay algo que ya no es lo mismo. Ella ya no es África. Ahora, ella es América. Entonces, ¿es acaso que el esfuerzo por
conectarse falla? La complejidad del
poema indica que no, la conexión no se ha roto porque la mirada los
conecta. La mirada no permite el olvido. El dolor de los “puños de miseria” y del
destierro se perciben incluso en el dolor que se discierne al descubrirse que
algo ya no es lo mismo.
En su último poemario, La lluvia es una piel, 1999 Delia
McDonald compila setenta y un poemas en los que continúa su acto de resistencia
ante la fuerza que trata de diluir su negritud en la asimilación de una
cosmovisión de la nacionalidad unificada bajo el paraguas de la hispanidad
mestiza. Vemos en sus poemas 3 y 8 la afirmación de su etnia sin tapujos o máscaras. El yo poético abiertamente declara, como no
solamente nació negra, sino que desde aún antes de nacer esa negritud se
manifestaba desde el vientre de la madre.
3
Nací negra,
Porque soy el sol.
Nací de agua negra,
Mar tranquila
Brujería de huesos
En el andar.
Y como berimbao
Soy leyenda
Y como el silencio,
El cantar de los
cantares. (La lluvia es una piel 5)
A punto de nacer,
Fui llevada al templo
Hungan,
De la magia y memorias
En los pueblos antiguos.
Por los dioses del
Smungo, y del Obeteath,
Porque mis ancestros
reclamaban eso…
Y trajeron a los
Loas/Leadbacks del
Panteón Vudú congregaron
a los dioses
Y señores de la tierra
En el tiempo de lluvia y
Como sacrificio quemaron
Incienso de arena,
Para que yo,
Mitad mujer,
Mitad espíritu
De todo lo desconocido.
Viniese a ocupar un
lugar en la tierra. (La lluvia es una piel
10)
En estos poemas se ve el rescate de lo ancestral unido a
la intrigante contraposición de elementos opuestos. La oscuridad y la luz, el silencio y la voz,
lo material y lo espiritual, todo se conjuga en estos versos para crear una
metáfora nueva que ya no asocia lo negro con lo oscuro sino con la luz: “nací
negra,/ porque soy el sol”. Es también
la metáfora que vincula el silencio con el cantar, el olvido con la memoria, la
espiritualidad afroantillana con la materialidad femenina que se forja un
espacio el cual ocupa como su “lugar en la tierra”. El panteón de los dioses afroantillanos se
levanta como pilar que distingue la identidad de los afrodescendientes y como base
de su cosmovisión separada del catolicismo prevalente en la identidad cultural
costarricense al igual que panameña.
13
Nosotros llegamos a San
José
Cargados de ceremonias y
silencios
Y nos fuimos a vivir a
un barrio.
Mi barrio se llama
México.
Barrio México.
Y es una avenida con
plazas y murmullos
Y una gran equis que
atraviesa el Paso de la Vaca
Y los alrededores del
mercado,
El Líbano y una fila de
casitas multicolores
Igualmente silenciosas.
Mi casa está en el
centro.
Es la casa de los
“morenos de raza,”
Dicen los vecinos,
A la salida de la calle
16
Avenida ocho
Diagonal a Abonos Agro
Y a 25 metros
De la pulpería de don
Chalo. (La lluvia es una piel 29)
El poema inicia indicando sutilmente la falta de
pertenencia ya que ni siquiera pueden reclamar a San José como lugar de
origen. La condición de inmigrante se
establece entonces desde el primer verso. Asimismo, se establece el silencio
que resulta de la transitoriedad experimentada.
Sin embargo, el poema mismo se convierte en metáfora del imaginario que
la autora crea. “Mi casa está en el
centro” señala la autora, posicionándose ya no en la periferia sino como el
núcleo de esa identidad que ella misma se construye. Es el ejercicio de la auto-poiesis o la
habilidad de auto hacerse, de crearse de nuevo a sí misma.
Breve conclusión
25
En casa,
Los negros somos de
papel y aleluyas,
Y guardamos el vudú y el
make´a´telyu,
En una canasta con
sombrero,
Con miedo de escuchar
los llamados de los demás… (La lluvia es
una piel 43)
Ciertamente, la voz poética de Delia McDonald no pretende
esconder nada en ninguna canasta por miedo a escuchar la crítica de los
demás. Al contrario, la autora alza su
voz para preservar la memoria histórica y conciencia identitaria del pueblo
afroantillano con el cual se identifica.
Desde una subjetividad femenina, íntima y combativa, McDonald se apodera
de la metáfora para auto-crearse no solamente a sí misma sino a su identidad colectiva
en la espacialidad que ella misma se abre en medio de la territorialidad de la
que ha sido excluida desde un pasado ancestral.
La siguiente selección de poemas confirma como en sus versos Delia
McDonald se escribe y se inserta en la sociedad que busca su asimilación,
mientras, al mismo tiempo, la rechaza en acto de profunda rebelión y desafío
contra el olvido que tratan de forzar en su conciencia.
Obras
citadas
Bhabha, Homi
K. Nation and Narration. London and
New York: Routledge, 1990.
Chomsky,
Aviva. “West Indian Workers and the United Fruit Company in Costa
Rica, 1870–1940.” Baton Rouge y London:
Louisiana State University Press. 302
páginas. 1996.
Heidegger,
Martin. Introduction to Metaphysics. New
Translation by Gregory Fried and
Richard
Polt.New Haven and London: Yale University Press, 1996.
McLean, Anthony Carver, compilador.
Sitio creado para conmemorar el Día de la Etnia Negra.
Meza Márquez, Consuelo. “La diáspora afrocaribeña en Centroamérica: Identidad y literatura de mujeres.”
X congreso Centroamericano de Historia. Managua,
Nicaragua, 2010, 16 Págs.
Afro-Hispanic
Review. 23(2004)20-26.
Mosby,
Dorothy E. Place, Language and Identity in Afro-Costa Rican Literature. Columbia:
University
of Missouri Pres, 2003. 248 Págs.
Qhechwa de Bolivia, 1900-1980. Instituto de Investigaciones de las Naciones
Unidas para el Desarrollo Social.
Ginebra, Suiza, 1986. 246 Págs.
Wong Vega, Luis. Ponencia: “Rapsodia
Antillana: La Otra Poesía Panameña,”
2012. http://thesilverpeoplechronicle.com/wp-content/uploads/2013/12/Rapsodia-Antillana-CILC-151113-Ppt.pdf. 2 de enero, 2015
Selección de poemas de la obra La
lluvia es una piel, 1999
18
¿Mamá…?
Conocía de viajes
Y de puertos,
De amigos
Muy negros
De Panamá y de Limón.
A veces, (…)¿Olvida el rincón solitario
Donde embrollaba sus memorias
Y me habla de una mamá buena,
Con cabello blanco
Y piel de achiote
Con ojos de candela,
Sabia y jamaicana
Sabia y señora. (34)
24
Como todas las negras,
mis tías saben coser.
Por las tardes,
Después del trabajo
construyen vestidos e ilusiones
de los retablos de las colchas
y a veces,
Igual que yo
oyen voces;es el hilo
con que tejieron sus vidas. (41)
“A él, mi progenitor”
Mi padre…
Era constructor
De barcos de papel moneda,
Navegantes de su muelle de naipes colorados
Miraba al mundo por sus lentes
Rotos a la mitad
Y la lotería en los dedos.
El día que se fue…
No volvió del hospital,
Hasta que lo vi
En una caja color ceniza.
Los encargados de guiar su alma,
Me dijeron que debía despedirlo y olvidar…
…de vez en cuando,
Cierro la cortina
Y abro las ventanas
Para recordarlo
Un poco más humano. (37)
Selección de poemas de
la obra Sangre de Madera, 1995
III
Yo,
Navegante estelar,
Embarcando donde
Todo sobra,
Después del mundo,
Desciendo
De una isla negra
Clavada en el centro
De contradicciones,
Incertidumbres y pasos
Que van y vienen
En direcciones
Opuestas al tiempo. (5)
XIII
No hay gaviotas negras
En el horizonte,
Ni ventanas que dejen entrar
Lo que no está.
Solo la densidad perfecta
De una sombra,
Una fogata
En que bailan mis pies
Y el ritmo de mis manos
Marcando el paso
Del sol
Que se aleja.
De pequeña,
Madres y abuelas
Desataban rituales
De muerte,
Orden
Y castidad,
Y mientras murmuraban
Lenguas jamaicanas
Lenguas antiguas
De honor y respeto
Recetan el rice and beans.
Tías y primas
Limpian la tierra de partos
Y encienden semillas
Congregadas en tierra,
Con profecías de ruido
Y tristeza.
De pequeña
Me acostumbré al simbolismo
De esferas:
Colores marcados con sol
Y muchas veces,
La canción solo fue
Una memoria errante.
De pequeña,
Recé:
Señor,
Si es que tanto me amas,
Aparta este cáliz amargo de mí…
Y la profecía
Sigue transmigrando.
Rebeldía en Crisis
Hermana:
Quiero hablar con usted,
Para que se convierta.
¡Basta!
He dejado a Dios,
Solo le diré
Que a veces
He rezado tanto
Que las palabras
Se acoplan a mis dedos,
Y así
He dejado a Dios
Y sus misterios
Encerrados
En cada paso.
Por eso,
Es que pateo santos,
Destruyo y rompo biblias
Y hasta me parece
Que rezando
He creado el Génesis
Y reemplazado
Al mundo con fe.
¿Es eso tan extenso
Que no cabe en su religión?
Ahora
Déjeme,
Quiero que los demonios
Me muestren la verdad.(10-12)
No hay comentarios:
Publicar un comentario