viernes, 29 de marzo de 2019



Santiago Porras Jiménez: polifonía de las revelaciones

Lic. Miguel Fajardo Korea

minalusa-dra56@hotmail.com

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural



            (Guanacaste/Moravia).- En esta novela de Santiago Porras, destaca la utilización de  numerosas voces

que llevan el hilo argumentativo de la obra, por ejemplo: la Casa, la Patrona, el General, que tienen la característica de ser designados sin un nombre individualizador, lo cual responde a evidenciar las estructuras de poder. Por el contrario, los personajes populares, o de bajo perfil, sí se encuentran nominados: Pancha, la empleada; José Ana y Asisclo Ruiz, mandadores; Milciades Matarrita, el talabartero;  Leonidas Alvarado, el montador; o Pedro Lara, el precarista. Igualmente,  se cita “El Leontina”, el caballo del mandador José Ana o “El Batuque”, el perro de la Patrona. En relación con el árbol, las otras voces hablan  de él: “el matapalo siempre fue objeto de comentarios, sobre todo, de los visitantes” (p.2).



Abrazos de matapalo, de Santiago Porras (San José: Euned, 2018: 107 pp.), contiene un acertado criterio  de lectura del escritor Guillermo Fernández en la contracubierta. La novela presenta una estructura circular, pues inicia y concluye con la voz de la Casa (p. 1 y p. 107), de la hacienda Cuipilapa, (que en náhuatl significa “río de varios colores”), ubicada en el contexto guanacasteco.



 La casa es  un tema estelar para un análisis topológico en la narrativa hispanoamericana. La casa constituye una manera de representar la personalidad humana. Cada parte de ella mantiene un paralelismo con el cuerpo: el techo es la cabeza; las puertas y los balcones, lo sensorial; la bodega, lo inconsciente. Por lo general, dicho espacio es un nucleador social de la familia, a partir de su existencia. La casa condiciona la actitud de las voces y los personajes en sus diversos discursos y estratos, pues se comporta como un ombligo, un centro de cohesión familiar.



            La novela establece cronotopos. Según Mijail Bajtin, la novela estructura relaciones entre el tiempo y el espacio en diversos escenarios dialógicos. Toma el espacio como un reflejo de la estructura socio-histórico del contexto en el cual surge la obra. Y el tiempo como un paralelismo temporal del momento de la enunciación”. (Bajtin 1981: 84-85).

           

            La polifonía discursiva, en esta novela de Santiago Porras, posibilita un recuento ideológico de acentos manifiestos, a saber: relaciones de poder económico y político, la hacienda ganadera, el gamonal que tuvo cien hijos,  las voces clasistas del poder, el código patriarcal en los amoríos, la agresión física y sexual por parte de los hombres, los comportamientos machistas en las relaciones amorosas, la sumisión en el discurso narrativo, el desplazamiento de guanacastecos a la zona bananera, el surgimiento del precarismo, la explotación laboral contra los sabaneros, la descripción de la flora y la fauna, la explotación aurífera, la logia masónica, la montadera de toros, el acoso, el despido y la persecución, los procesos de animalización y cosificación, el golpe de estado, el miedo de los poderosos a la educación, Dios y los pobres, la actuación de las autoridades, entre otros.



            Las  marcas  textuales de esa polifonía discursiva en la novela Abrazos de matapalo, de Santiago Porras,  se localizan en el siguiente índice cronológico: voz de la casona (p. 10 y p. 16); la Patrona (p.19); sabaneros (p.20); sobre el matapalo (p. 2 y pp. 25-26); códigos patriarcales (p.27); procesos de animalización (pp. 28-29); voces impersonales (p.31); prácticas degradatorias contra las mujeres (p. 34); el trabajo y el orgullo del sabanero: “herrar, arrear, amarrar, apiolar, volcar reses, curar gusanos y llamar a la vaqueta” (p.53), descripción de la fauna (p.64); inferencia sobre los ricos y el poder (p. 73); duelo entre el Chiricano y el Nica (p. 85); apropiación de terrenos de la hacienda (p. 86); planeamiento del golpe de estado (p. 90); el miedo del poder a la educación (p. 92); la dicotomía Dios/pobres; (p. 97); los pobres, el pan y el circo (p. 98); la presencia y organización del Partido Comunista (p. 102); el surgimiento del precarismo (p. 104); la muerte de Gil Tablada Corea (p. 104); el abandono de la casa por parte de los precaristas (p. 106).



            La novela del abangareño Santiago Porras Jiménez (1951), estructura dos movimientos de las voces discursivas en su tiempo y espacio, tanto el centrífugo (del centro hacia afuera), como el centrípeto (de afuera hacia el centro). Esa condición la convierte en una novela de gran dinamicidad, de entradas y salidas frecuentes de los personajes y las voces, de rupturas y cambios de los marcos textuales polifónicos que, al mismo tiempo, dejan ver actitudes y comportamientos heterogéneos.



            En la novela se habla sobre los sitios arqueológicos de Guanacaste (pp. 11-12), de las especies madereras explotadas. En ese sentido, la novela se centra en el matapalo, el árbol preferido por la Patrona. Conforme avanza la obra, se densifica su significación y se habla sobre él: “inicialmente parasitaria hasta convertirse en un ser vivo de impresionante vigor y autonomía, merced a que cobró la vida de su involuntario y desamparado hospedero” (p. 2).



            Muy importante la introspección simbólica que le plantea la Patrona al General: “Aproveché para decirle que aquel árbol era la alegoría de él: un árbol enorme, frondoso, de raíces profundas que nació frágil, desvalido, pero que en los brazos de su huésped mamó su savia y poco a poco, conforme se iba fortaleciendo, lo fue aniquilando  (p. 25).



            Luego acota un cierre reflexivo muy interesante, que vehiculiza el íncipit de la novela con el contenido discursivo retórico: “Que viera  cómo el matapalo era un árbol que hacía su vida a costa de la vida de otro, que así había sido él, que para llegar a ser lo que era se había aprovechado de los seres anónimos que componían el pueblo, a todos ellos les había succionado algo para hacerse más y más rico. Que él era un matapalo múltiple, que había .necesitado de muchos árboles huésped para dar muchos abrazos fatídicos” (pp. 25-26).





           En otra línea, la casa ha tenido una función determinada en la configuración de los procedimientos narrativos. Su estructura topológica establece una red de relaciones tipificadas con los motivos y los acontecimientos: hospitalidad, desconfianza, adulterio, culpabilidad, rupturas sentimentales, autoagresión, soledad, transfiguraciones. Opera, además, como un microespacio aniquilador, donde los seres son extraños en su propio mundo. La interrelación de los personajes es un mecanismo dinamizador, donde la casa presenta movimientos direccionales, centrífugos y centrípetos, en búsqueda de procesos identitatarios, tanto individual, colectiva como geográficamente


           La oposición cerrado-abierto y luz-oscuridad son las de mayor recurrencia.
 El recuerdo es un motivo cohesionador, porque permite retrotraer los motivos, básicos en la visión evolutiva o involutiva de los personajes. La casa adquiere diferentes valoraciones, dependiendo del grado del recuerdo selectivo que, por lo general, es una vuelta a la infancia, donde la casa se proyecta como un ombligo, dado que, según Mircea Eliade, indica la creación del mundo.



            La casa, como topos, remite a la hospitalidad, la seguridad, el cobijo o el refugio, pero, a medida que se va desarrollando la sustancia narrativa, cambia su función. Es un sitio de convergencia, desde donde se disemina el movimiento que intensifica los más variados acontecimientos del texto.



En el discurso topológico de la casa, se evidencia el poder, la autoridad del hombre, quien descalifica a la mujer. La casa  confiere signo de autoridad y afianza la estructura vertical del poder. La topología de la casa, en esta ocasión, corresponde a contextos geográficos rurales. Es decir, se afirma  un proceso sociocultural, que incorpora el campo a la identidad costarricense, como una línea del discurso social en la narrativa de hoy.



¡Albricias!, a Santiago Porras por haber publicado esta nueva novela, que suma y enriquece su catálogo y el de la narrativa guanacasteca y costarricense. Su lectura y relectura debe ser una opción del lector atento a registrar los abordajes y giros temáticos para recuperar voces del Guanacaste oculto e invisibilizado. Jamás debemos permitir que la provincia se convierta en un Guanacaste ajeno, contra los intereses de las mayorías menos favorecidas.        LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA, 28-3-2019.



Santiago Porras Jiménez, nació el 25 de julio de 1951, en Las Juntas de Abangares. Es Ingeniero Agrónomo. Estudió en la Escuela Agrícola Panamericana -El Zamorano, Honduras-, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y  la Universidad Autónoma de Puebla, mediante convenio con la Uned.



         Entre los cargos desempeñados destacan: Miembro de la Junta Directiva de la Editorial Costa Rica.  Presidente de la Asociación de Profesionales del Banco de Costa Rica. Fiscal de la Asociación Solidarista del Banco de Costa Rica. Presidente de la Asociación Instituto Costarricense de Valuación.



         Ha tenido la oportunidad de viajar a diversos países, donde participó en cursos y congresos, tales como Honduras, México,  Israel, Chile, Perú o Argentina.



         En el ámbito literario, ha publicado siete libros -cuatro cuentarios, dos novelas y un libro de historias: Cuentos de ayer, de hoy y de nunca (1993 y 2003); Cuentos guanacasticos (1997, 2003 y 2012); El regreso es parte del viaje (2002 y 2008); Allá en el Zamorano (2006); Avancari (2012 y 2018); La sombra decapitada (2017) y Abrazos de matapalo (2018).



         Sus artículos se han publicado en diversos medios  de prensa: La Nación, La República, La Prensa Libre, Ojo y El Financiero. Ha colaborado con la Revista Nacional de Cultura y la revista  Literofilia, así como con “Compartiendo la palabra”, Radio UCR, Canal 36 y “La tribuna del pueblo”, en radio Cultural Tilarán.



 Cuentos suyos han aparecido en las revistas culturales: El Candil, Graffiti Internacional, Fronteras, Revista Nacional de Cultura y Turí-Guá.



Hemos compartido en diferentes actividades de gestión y difusión cultural, desde hace varios lustros

Con permiso del autor: Miguel Fajardo Corea

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