Santiago Porras Jiménez: polifonía de las revelaciones
Lic. Miguel Fajardo Korea
minalusa-dra56@hotmail.com
Premio Nacional de Promoción y Difusión
Cultural
(Guanacaste/Moravia).- En esta
novela de Santiago Porras, destaca la utilización de numerosas voces
que llevan el hilo argumentativo de la obra, por ejemplo: la Casa, la Patrona, el General, que tienen la característica de ser designados sin un nombre individualizador, lo cual responde a evidenciar las estructuras de poder. Por el contrario, los personajes populares, o de bajo perfil, sí se encuentran nominados: Pancha, la empleada; José Ana y Asisclo Ruiz, mandadores; Milciades Matarrita, el talabartero; Leonidas Alvarado, el montador; o Pedro Lara, el precarista. Igualmente, se cita “El Leontina”, el caballo del mandador José Ana o “El Batuque”, el perro de la Patrona. En relación con el árbol, las otras voces hablan de él: “el matapalo siempre fue objeto de comentarios, sobre todo, de los visitantes” (p.2).
Abrazos de matapalo, de Santiago Porras (San José: Euned, 2018: 107 pp.),
contiene un acertado criterio de lectura
del escritor Guillermo Fernández en la contracubierta. La novela presenta una
estructura circular, pues inicia y concluye con la voz de la Casa (p. 1 y p.
107), de la hacienda Cuipilapa, (que en náhuatl significa “río de varios
colores”), ubicada en el contexto guanacasteco.
La
casa es un tema estelar para un análisis topológico en la narrativa
hispanoamericana. La casa constituye una manera de representar la personalidad
humana. Cada parte de ella mantiene un paralelismo con el cuerpo: el techo es
la cabeza; las puertas y los balcones, lo sensorial; la bodega, lo
inconsciente. Por lo general, dicho espacio es un nucleador social de la familia, a
partir de su existencia. La
casa condiciona la actitud de las voces y los personajes en sus diversos
discursos y estratos, pues se comporta como un ombligo, un centro de cohesión
familiar.
La novela
establece cronotopos. Según Mijail Bajtin, la novela estructura relaciones
entre el tiempo y el espacio en diversos escenarios dialógicos. “Toma el espacio como un reflejo de la estructura socio-histórico del
contexto en el cual surge la obra. Y el tiempo como un paralelismo temporal del momento de la
enunciación”. (Bajtin
1981: 84-85).
La polifonía discursiva, en esta
novela de Santiago Porras, posibilita un recuento ideológico de acentos
manifiestos, a saber: relaciones de poder económico y político, la hacienda
ganadera, el gamonal que tuvo cien hijos, las voces clasistas del poder, el código
patriarcal en los amoríos, la agresión física y sexual por parte de los
hombres, los comportamientos machistas en las relaciones amorosas, la sumisión
en el discurso narrativo, el desplazamiento de guanacastecos a la zona
bananera, el surgimiento del precarismo, la explotación laboral contra los
sabaneros, la descripción de la flora y la fauna, la explotación aurífera, la
logia masónica, la montadera de toros, el acoso, el despido y la persecución,
los procesos de animalización y cosificación, el golpe de estado, el miedo de
los poderosos a la educación, Dios y los pobres, la actuación de las
autoridades, entre otros.
Las marcas textuales de esa polifonía discursiva en la
novela Abrazos de matapalo, de
Santiago Porras, se localizan en el
siguiente índice cronológico: voz de la casona (p. 10 y p. 16); la Patrona
(p.19); sabaneros (p.20); sobre el matapalo (p. 2 y pp. 25-26); códigos patriarcales
(p.27); procesos de animalización (pp. 28-29); voces impersonales (p.31);
prácticas degradatorias contra las mujeres (p. 34); el trabajo y el orgullo del
sabanero: “herrar, arrear, amarrar,
apiolar, volcar reses, curar gusanos y llamar a la vaqueta” (p.53),
descripción de la fauna (p.64); inferencia sobre los ricos y el poder (p. 73);
duelo entre el Chiricano y el Nica (p. 85); apropiación de terrenos de la
hacienda (p. 86); planeamiento del golpe de estado (p. 90); el miedo del poder
a la educación (p. 92); la dicotomía Dios/pobres; (p. 97); los pobres, el pan y
el circo (p. 98); la presencia y organización del Partido Comunista (p. 102);
el surgimiento del precarismo (p. 104); la muerte de Gil Tablada Corea (p.
104); el abandono de la casa por parte de los precaristas (p. 106).
La novela del abangareño Santiago
Porras Jiménez (1951), estructura dos movimientos de las voces discursivas en
su tiempo y espacio, tanto el centrífugo (del centro hacia afuera), como el
centrípeto (de afuera hacia el centro). Esa condición la convierte en una
novela de gran dinamicidad, de entradas y salidas frecuentes de los personajes
y las voces, de rupturas y cambios de los marcos textuales polifónicos que, al
mismo tiempo, dejan ver actitudes y comportamientos heterogéneos.
En la novela se habla sobre los
sitios arqueológicos de Guanacaste (pp. 11-12), de las especies madereras
explotadas. En ese sentido, la novela se centra en el matapalo, el árbol preferido por la Patrona. Conforme avanza la
obra, se densifica su significación y se habla sobre él: “inicialmente parasitaria hasta convertirse en un ser vivo de
impresionante vigor y autonomía, merced a que cobró la vida de su involuntario
y desamparado hospedero” (p. 2).
Muy importante la introspección simbólica
que le plantea la Patrona al General: “Aproveché
para decirle que aquel árbol era la alegoría de él: un árbol enorme, frondoso,
de raíces profundas que nació frágil, desvalido, pero que en los brazos de su
huésped mamó su savia y poco a poco, conforme se iba fortaleciendo, lo fue
aniquilando” (p. 25).
Luego acota un cierre reflexivo muy
interesante, que vehiculiza el íncipit de la novela con el contenido discursivo
retórico: “Que viera cómo el matapalo era un árbol que hacía su
vida a costa de la vida de otro, que así había sido él, que para llegar a ser
lo que era se había aprovechado de los seres anónimos que componían el pueblo,
a todos ellos les había succionado algo para hacerse más y más rico. Que él era un matapalo múltiple, que
había .necesitado de muchos árboles huésped para dar muchos abrazos fatídicos” (pp. 25-26).
En otra línea, la casa ha tenido una
función determinada en la configuración de los procedimientos narrativos. Su
estructura topológica establece una red de relaciones tipificadas con los
motivos y los acontecimientos: hospitalidad, desconfianza, adulterio,
culpabilidad, rupturas sentimentales, autoagresión, soledad, transfiguraciones.
Opera, además, como un microespacio aniquilador, donde los seres son extraños
en su propio mundo. La interrelación de
los personajes es un mecanismo dinamizador, donde la casa presenta movimientos
direccionales, centrífugos y centrípetos, en búsqueda de procesos
identitatarios, tanto individual, colectiva como geográficamente
La oposición cerrado-abierto y luz-oscuridad son las de mayor recurrencia. El recuerdo es un motivo cohesionador, porque permite retrotraer los motivos, básicos en la visión evolutiva o involutiva de los personajes. La casa adquiere diferentes valoraciones, dependiendo del grado del recuerdo selectivo que, por lo general, es una vuelta a la infancia, donde la casa se proyecta como un ombligo, dado que, según Mircea Eliade, indica la creación del mundo.
La casa, como topos, remite a la hospitalidad, la
seguridad, el cobijo o el refugio, pero, a medida que se va desarrollando la
sustancia narrativa, cambia su función. Es un sitio de convergencia, desde
donde se disemina el movimiento que intensifica los más variados acontecimientos
del texto.
En el discurso
topológico de la casa, se evidencia el poder, la autoridad del hombre, quien
descalifica a la mujer. La casa confiere
signo de autoridad y afianza la estructura vertical del poder. La topología de
la casa, en esta ocasión, corresponde a contextos geográficos rurales. Es
decir, se afirma un proceso sociocultural, que incorpora el campo a la
identidad costarricense, como una línea del discurso social en la narrativa de
hoy.
¡Albricias!, a
Santiago Porras por haber publicado esta nueva novela, que suma y enriquece su
catálogo y el de la narrativa guanacasteca y costarricense. Su lectura y
relectura debe ser una opción del lector atento a registrar los abordajes y
giros temáticos para recuperar voces del Guanacaste oculto e invisibilizado.
Jamás debemos permitir que la provincia se convierta en un Guanacaste ajeno,
contra los intereses de las mayorías menos favorecidas. LIC. MIGUEL FAJARDO KOREA, 28-3-2019.
Santiago Porras Jiménez, nació el 25 de julio de 1951,
en Las Juntas de Abangares. Es Ingeniero Agrónomo. Estudió en la Escuela
Agrícola Panamericana -El Zamorano, Honduras-, el Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey y la
Universidad Autónoma de Puebla, mediante convenio con la Uned.
Entre
los cargos desempeñados destacan: Miembro de la
Junta Directiva de la Editorial Costa Rica. Presidente de la Asociación de
Profesionales del Banco de Costa Rica. Fiscal de la
Asociación Solidarista del Banco de Costa Rica. Presidente de la Asociación
Instituto Costarricense de Valuación.
Ha
tenido la oportunidad de viajar a diversos
países, donde participó en cursos y congresos, tales como Honduras, México, Israel, Chile, Perú o Argentina.
En el ámbito literario, ha publicado
siete libros -cuatro cuentarios, dos novelas y un libro de historias: Cuentos
de ayer, de hoy y de nunca (1993 y 2003); Cuentos guanacasticos (1997, 2003 y 2012); El regreso es
parte del viaje (2002 y 2008); Allá en el Zamorano (2006); Avancari (2012 y
2018); La sombra decapitada (2017) y Abrazos de matapalo (2018).
Sus
artículos se han publicado en diversos
medios de prensa: La Nación, La República, La Prensa Libre, Ojo y El Financiero. Ha colaborado
con la Revista Nacional de Cultura y la revista Literofilia, así como con “Compartiendo la
palabra”, Radio UCR, Canal 36 y “La tribuna del pueblo”, en radio Cultural
Tilarán.
Cuentos suyos han aparecido en las
revistas culturales: El Candil, Graffiti
Internacional, Fronteras, Revista Nacional de Cultura y Turí-Guá.
Hemos compartido en diferentes actividades de gestión y difusión cultural,
desde hace varios lustros
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