viernes, 17 de julio de 2020

Ojos azules...

A la Limón – 

Toni Morrison...

 En agosto de 2019, escritores, activistas y generaciones completas de lectores lamentaron la muerte de Toni Morrison, quien a sus 88 años feneció debido a una neumonía. Morrison legó voz a una población enmudecida durante décadas, al ofrecer identidad a quienes nunca tuvieron una y contó las historias que otros no se atrevieron a contar. Su estilo le valió ser reconocida como Medalla Presidencial de la Libertad en 2012 y Nobel de Literatura en 1993; convirtiéndose en la primera mujer negra en conseguirlo. Hasta su llegada, todos vivían pensando que los negros eran figuras que no tenían más vida que ver pasar el tiempo con l misma deferencia del que ver llover, y se queda en su lugar porque no tiene paraguas… 

Morrison creció durante las décadas de los 30’s a los 60’s, en esa época las leyes Jim Crow, leyes de segregación racial que se encontraban vigentes en ciertos estados del país, y que limitaban los derechos y libertades civiles de los negros. Existían escuelas, transporte y lugares públicos, baños, restaurantes y hasta fuentes de agua potable, exclusivas para blancos, hasta que en 1964, se promulgó la Ley de los Derechos Civiles en los Estados Unidos (que anuló a las leyes Jim Crow). El racismo como tal era de total respeto y aceptación en todos los ámbitos de la sociedad y tan entronizado que incluso la CASA BLANCA tuvo que eliminar los mayordomos negros y condenar el ala occidental y cada uno de los 25 servicios sanitarios que eran solo para la servidumbre negra que trabajaban ahí, sin embargo fortaleció la construcción de ghettos o barrios completamente negros.

La literatura permite a sus autores ocultar temores y alegrías entre las hojas delicadas de sus libros. Sin duda alguna, Toni Morrison lo hizo con su primera novela de 1970 “Ojos azules”. Se trata de un relato crudo y triste sobre la triste y cruda vida de Pecola, una niña fea (así la sociedad la percibía y ella misma), pobre, negra, muy negra, que deseaba tener ojos de color azul. ¿Por qué Pecola quería los ojos de ese color? ¿Qué le hizo pensar que los suyos eran feos? ¡Oh Pecola, los ojos son el menor de tus problemas! Las sociedades afro, son mundos cerrados en donde es común la violencia de genero porque está firmemente asentada en el machismo subyacente de las regiones africanas, y el respaldo de la esclavitud religiosa y emocional sumía a las mujeres en particular en la dependencia 

Cada noche, sin falta, ella rezaba para tener los ojos azules. Había rezado con fervor un año entero. Aunque un poco descorazonada, no había perdido la esperanza del todo. Lograr que ocurriese algo tan maravilloso como aquello requeriría mucho tiempo, muchísimo. Atrapada, pues, en la restrictiva convicción de que sólo un milagro podía socorrerla, no percibiría nunca su propia belleza. Sólo vería lo que tenía delante: los ojos de las demás personas Ojos Azules nos traslada a un pequeño pueblo en Estados Unidos, donde las mujeres negras demostraban más afecto a los hijos de las mujeres blancas que a los suyos, donde el padre descargaba su ira contra los blancos en la mejilla negra de su mujer, donde los niños no descifraban que su destino estaría dictado por el tono de su piel. Aquel lugar era medianamente bueno para quienes, inmersos en su inocencia, no percibían aquella nube invisible que los asediaba, lista para provocar un diluvio de lágrimas y lamentos. 

El resto, ahogados en sus penas, descendían más y más en un abismo oscuro de miseria y resignación. Cuando los hombres blancos apalizaban a sus hombres, ellas restañaban la sangre y se iban a casa a que las maltratase la víctima. Zurraban a sus hijos con una mano y con la otra robaban para ellos. Aquellas manos que talaban árboles también cortaban cordones umbilicales; las manos que retorcían el cuello de los pollos y degollaban cerdos también hacían florecer las violetas africanas; los brazos que cargaban gavillas, balas y sacos acunaban a los bebés hasta que se dormían. En “Ojos azules”, la vida de Pecola se transforma en la trama principal del libro, aquella niña común y soñadora, cuya mayor desgracia consistía en ser negra. Existe, pues, una argamasa de emociones, dolor y leves momentos de alegría, que conducen al lector a través de un heteróclito camino psicológico. Pecola no fue una niña amada, fue ultrajada por la vida y por las personas que jamás debieron hacerle daño. Y Cholly (su padre) la amaba. Estoy segura. Él, en todo caso, fue la única persona que la amó lo suficiente para tocarla, para envolverla, para darle algo de sí mismo. 

Pero su toque fue fatal, y aquel algo que le dio llenó con muerte la matriz de su agonía.” “Ojos azules” no es un libro de superación, amor ni tragedia. Es un relato sincero del sufrimiento y la injusticia, es algo así como un grito silencioso que no puede ser ignorado, es la realidad de muchas personas que son discriminadas por su color de piel, sus creencias, su orientación sexual, pero también la de aquellos que deben esconderse en las sombras de su desgracia, obligados a no olvidar su pasado y coaccionados para no cambiar su futuro. Este libro es un recopilatorio de situaciones que hemos normalizado; discriminación, abandono, abusos, odio y violencia. Aunque fue publicado en 1970, su contenido es lamentablemente aplicable a nuestro presente. ¿Cuántas Pecolas están a su alrededor? 

¿Qué ha hecho para ayudarles? Pecola soñaba con Ojos azules como los de Shirley Temple, porque así sería amada y ella anhelaba serlo aunque jamás lo experimentaría. 

 Tomada con permiso del autor de Diario de un loco…

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